07:30 am del domingo, suena el despertador.
Cualquiera en su sano juicio preguntaría por qué. La respuesta es obvia: porque anoche lo puse a esa hora. Y no, no estoy loco (más bien soy masoquista... o estúpido, según se mire).
El caso es que esta mañana era la carrera del CSIC, así que para empezar, el sábado decidí no salir, cenar un buen plato de pasta y acostarme pronto.
Para mí, que odio madrugar, que odio levantarme con el sonido de la alarma, es todo un logro no haber estampado el despertador en la pared.
Después de una buena ducha y un desayuno ligero... ala, a la carrera.
El CSIC, uséase, la salida, está justo al lado del Ramiro de Maeztu, en Serrano.
A las 09:00 am, sonó el pistoletazo de salida (en realidad no, pero es que me gusta esa expresión). El primer kilómetro discurre cuesta abajo. Eso siempre ayuda, sobre todo porque hay que ir adelantando a los corredores que van más lentos. Pronto llega la primera subida. Iba a mi ritmo, sin cebarme, que ya conozco la carrera y lo duro viene después. En seguida se llega a la puerta de Alcalá, solo que esta vez hay que bajar por la calle recoletos hasta Castellana. Ese tramo se me ha dado muy mal. Me he encontrado con gente muy lenta y la calle era tan estrecha que no he podido adelantar. Me han cortado el ritmo, pero todavía tenía fuerzas.
Por fin el Paseo de la Castellana. No tiene mucha pendiente, pero se nota en las piernas que vas cuesta arriba. De pronto empecé a toser. El maldito catarro que hizo aparición la tarde del viernes me quiere aguar la fiesta. Inicio mi mantra para estas ocasiones. "No hay dolor, no hay dolor". Paso por el kilómetro 6. El pecho me ardía y no era capaz de coger una buena bocanada de aire. A pesar de todo llevaba un ritmo decente.
Paso por el kilómetro 8. Las piernas estaban fenomenal, me notaba con mucha fuerza. La tos vuelvió. "No hay dolor, no hay dolor". Una vocecita se coló en mi mantra "lo que no hay son pulmones, imbécil". Yo a lo mío: "No hay dolor, no hay dolor".
Alberto Alcocer. La inclinación es tremenda. Intenté mantener el ritmo y coger todo el aire posible. "Un poco más, un poco más". Cuando termina Alberto Alcocer se vuelve a coger Serrano. Dios, mi casa está a unos metros. ¿Me quedo?. Ni loco, no he llegado hasta ahí para rendirme. Puedo llegar muerto, pero llegaré.
Por fin el terreno es llano. Aumenté el ritmo y las piernas respondieron. Apenas queda un kilómetro. Otra pequeña cuesta y la llagada. A esprintar.
Cuando pasé por la meta levanté los ojos y vi 53:10. Al dejar de correr empecé a toser sin parar. Maldito catarro.
El año pasado mi tiempo fue de 55:42 y un tiempo real de 53:22 (es el desfase de tiempo entre los primeros corredores que salen y cuando tú pasas por la salida). Este año no han puesto el tiempo real, solo el oficial, que ha sido 53:10 así que me he quedado con las ganas de saber cuánto he mejorado.
De todas formas, con lo mal que lo he pasado he bajado el tiempo del año pasado y me he encontrado bastante bien así que... en la próxima carrera (Canillejas) lo volveré a intentar.
1 comentario:
Qué vida esta
Publicar un comentario