viernes, 27 de julio de 2007

Lanzada



Esta es una foto que saqué en La Lanzada, en Galicia.


La cuestión es que desde anoche estaba pensando en acompañar esta imagen con algún poema y de pronto me di cuenta de que no conozco ninguno que pueda servir.


Cuando pienso en el mar siempre acuden a mi mente los versos de Espronceda:


"La luna en el mar riela,

en la lona gime el viento

y alza en blando movimiento

olas de plata y azul".


Pero como es evidente, en la foto es de día y no aparece la luna por ningún sitio, así que queda descartado.


Los siguientes versos que me salieron son "quiero morir cuando decline el día / en la alta mar y con la cara al cielo", lo que pasa es que me siento demasiado feliz para ponerme a hablar de muertes.


De pronto vino a mi cabeza Alberti, pero le cogí manía hace tiempo y lo deseché de inmediato.


En inglés tan solo recuerdo un soneto de Shakespeare sobre el tema: "Like as the waves make towards the pebbled shore,/so do our minutes hasten to their end", pero me apetece un poema sencillo, sin símiles ni metáforas, sin artificios, un poema que sea mar, arena blanca y brisa mezclada con espuma de las olas.


Entonces apareció una vieja canción que no puedo evitar tararear cuando veo el horizonte azul: "mirando al mar soñé/ que estaba junto a ti". Era perfecto. Es verdad que es una canción, pero es parte de mí así que a pesar de que ya estaba acostado me levanté a escuchar la canción. Cuando me la puse fue desolador. Continúa así:/Mirando al mar sólo sé que sentí/que acordándome de ti lloré y lloré".


Ahí fue cuando me di por vencido. No he conseguido encontrar en mi memoria un solo poema que refleje lo que yo siento cuando veo el mar. Ni uno solo que sea alegría, emoción contenida cuando bajas la ventanilla del coche para que los pulmones se llenen de ese aroma, ni uno solo que me haga reir.

Si alguien sabe alguno...

jueves, 26 de julio de 2007

Una canción

El viaje a Galicia duró 6 horas. Mi padre y yo solos en su coche, turnándonos para conducir. Puede sonar extraño pero no recuerdo haber estado tanto tiempo conversando con él. Es la persona que más admiro. Para que os hagáis una idea de cómo es, hace años ocupó un puesto bastante importante que le daba acceso a diversos "negocios" y a recibir "favores" que, siendo legales, no podrían considerarse éticos. Al cabo del tiempo, le sustituyó un amigo suyo al que también tengo mucho cariño. El caso es que este amigo suyo en apenas cinco años solucionó el resto de su vida y la de sus hijos con esos negocios y favores. Un día le dije a mi padre "y pensar que podrías haber tenido todo ese dinero...". El se rió, con esa risa que tiene que es alegría sin mezcla de ninguna otra cosa, y me dijo "cuando quiero dormir, solo tengo que cerrar los ojos. Hagas lo que hagas, asegúrate de que cuando quieras dormir puedas hacer lo mismo que yo".

Creo que ha sido la única vez que me ha dado un consejo.

Pero no quería hablar de eso. Para el viaje se hizo varios Cds de música (sí, he conseguido que aprenda a bajar música y a grabarla). Charlando me dijo cuáles habían sido sus canciones favoritas. Hay una que no consigo encontrar y hasta que no le vea no podré saber cuál es, pero aquí dejo otra. Se trata de "Gigi l´amoroso". Está en francés y por lo poco que entiendo debe ser un Don Juan de cuidado. Confieso que acabó gustándome y que la he incluido en mi rincón de canciones que me hacen feliz.

http://www.youtube.com/watch?v=fkq2COPe6XU

miércoles, 25 de julio de 2007

Todo pasa y todo queda

Antes de nada, voy a hablar de Harry Potter y aunque no voy a comentar nada del contenido de la trama ni de los personajes, quien no quiera saber absolutamente nada del libro... que no siga leyendo.


Pues eso, que acabo de terminar de leer "Harry Potter and the Deathly hallows". En realidad digo mal, no he leído las últimas páginas. Se trata de un epílogo y no me gustan. No me gustan en las películas y no lo soporto en los libros. No me gustan porque prefiero imaginar, fantasear y hacerme mi propia historia. A veces me creo tanto lo que imagino que con el paso del tiempo los recuerdos se mezclan y no puedo separar lo que leí de lo que imaginé, de tal forma que el libro y lo que yo creé a partir de él son una sola cosa. Por eso no me gustan los epílogos. "19 años despues"? Yo no quiero que nadie me diga qué pasa 19 años después de que termine la historia. Eso es cosa mía (a decir verdad, antes de empezar este libro ya tenía montada toda la vida de los personajes después de que dejaran Hogwarts). En definitiva, que he terminado el libro pero me niego a leer esas últimas páginas.
En cuanto a lo demás... uffff, he reído y he llorado. Me dio rabia darme cuenta de lo que iba a pasar bastante antes de que ocurriera (y por lo que alguien me dijo el martes por la noche, creo que le va a pasar a mucha gente), pero en general me ha gustado mucho. Desearía poder volver a leer el libro sin saber nada de lo que ocurre para volver a sentir todas las emociones!!.
Nada más, me voy, que creo que algo está golpeando en mi ventana y puede ser una lechuza.
Ah, y gracias de todo corazón, J.K.

ALEA JACTA EST

Me voy a la Notaría a la firma en la que he estado trabajando los últimos meses.


Sólo espero que el despacho de abogados del que ya he hablado antes no me de una última sorpresa.


Me siento como César al cruzar el Rubicón. Ya no hay vuelta atrás.

martes, 24 de julio de 2007

Sueño

El domingo, nada más llegar de Galicia, mi hermana me regaló el último libro de Harry Potter. No lo podía creer. Tenía en mis manos el final de la historia. ¡Han pasado tantos años desde que un amigo practicamente me obligó a leer el primer libro de la saga!. Llevo dos días acostándome a las tres y pico de la mañana porque no puedo dejar de decir "un poco más y lo dejo, que mañana hay que levantarse a las 7", y así una y otra vez hasta que los ojos se cierran por el cansancio.

Me quedan unas doscientas páginas para terminarlo. Ahora viene lo peor. Esa sensación de querer devorar las páginas que quedan, de volar sobre ellas, leerlas como hacía aquel robot de "cortocircuito" y al mismo tiempo el vacío, el miedo a terminar y saber que no, no habrá nada después.

lunes, 23 de julio de 2007

Canto a Galicia

He vuelto. Una semana después y con las pilas cargadas. Y eso que Galicia no es precisamente mi destino preferido para pasar el tiempo en la playa. Quizá por eso el destino ha querido que con este sean ya ocho los años que he veraneado (si es que una semana se puede llamar veranear) en Galicia.

Hacía 15 años desde la última vez que estuve en la tierra do miño. Cómo ha cambiado todo. Para empezar la autopista llega hasta Pontevedra (los gallegos siguen conduciendo igual, eso no cambia) y los pequeños pueblos de costa ahora son enormes centros urbanos.

En cuanto al tiempo, lo de siempre. Tres días de diluvio universal y tres días de sol. Las temperaturas rondaban los 17-20 ºC y el agua del mar.... congelada.

En mis razonamientos no cabe ir a la playa y no bañarse, así que, decidido, me dirigí hacia el agua. Había decidido correr y tirarme de cabeza. Esa era mi intención hasta que mis pies tocaron la orilla y cambié de idea. Me paré en seco. Esperé a que la sangre volviera a circular y poco a poco, sufriendo, conseguí meterme hasta las rodillas. Decidí rendirme y me di la vuelta. Ante mi sorpresa, toda la gente que paseaba me estaba mirando. Normal. Era el único "valiente" que se atrevía a bañarse. O casi. ¿Qué hacer? Como el orgullo es un acicate (es estúpido, lo sé), decidí no defraudar a mi improvisada afición. Sin dudarlo me dejé caer de espaldas rezando para que no me diera una hipotermia. Aguanté casí diez segundos haciendo como que nadaba y salí despacio del agua (porque del frío me dio un tirón en los gemelos) recibiendo las miradas de la gente como si hubiera ganado una medalla de oro en los juegos olímpicos.

Y eso es todo, bueno, eso y las nécoras, mejillones, almejas, berberechos, navajas, gambas, langostinos xoubas, xurelos, pulpos, vieiras y demás que me he metido entre pecho y espalda

viernes, 13 de julio de 2007

minivacaciones

En principio mañana me voy a Galicia durante una semana.

Qué ganas de dejar el trabajo aunque sea por siete días!!!!!

Aunque la alegría no es completa. Me tengo que llevar todos los trastos (léase portatil, teléfono et.) pero no hay que por bien no venga. Así podré actualizar el Blog (que esta semana lo he tenido muy abandonado).

martes, 10 de julio de 2007

El último paseo a caballo

Aquí dejo la traducción. Ya he dicho que no es mía. Es de un libro que tengo hace tiempo, pero no recuerdo ni la editorial ni el autor de la traducción.



El Ultimo paseo a caballo juntos
Robert Browning


1


Dije: “Entonces, amor mío, ya que es así,

ya que sé al fin cuál es mi destino,

ya que de nada sirve mi amor,

ya que mi vida ha fracasado en todo,

ya que se ha de cumplir lo que está escrito,

¡todo mi corazón se dispone a bendecir

tu nombre con gratitud y orgullo!

Toma la esperanza que me diste:

tan sólo pido que el recuerdo quede

y también, si no me lo reprochas,

Tu consentimiento para dar juntos un último
paseo.


2


Inclinó la frente mi señora;

esos ojos negros por donde asoma el orgullo

cuando quisiera por ellos la piedad hablar,

congelaron mi aliento por instantes

con la vida o la muerte en la balanza: ¡Acepto!.

Volvió la sangre a circular de nuevo;

Al menos no era en vano mi último deseo:

estaremos juntos yo y mi señora,

suspiro y paseo, uno junto al otro,

y así, un día más conoceré la gloria.

¿Quién sabe? Puede el mundo acabar esta noche.


3


Comenzamos entonces el paseo. Se deshacía

mi alma como sellado pergamino

que se agita y vuela con el viento.

Ya quedan atrás pasadas esperanzas.

¿Por qué luchar con una vida errada?

Si hubiera dicho esto, si hubiera hecho lo otro,

podría haber ganado o bien perdido.

¿Me habría amado? De igual manera,

-¿quién lo sabe?- ¡podría haberme odiado!

¿Dónde estaría ahora de ocurrir lo peor?


entre tanto, ella y yo seguimos cabalgando.



4


¿Sólo yo fracasé en palabras y actos?

¿A quién el triunfo su esfuerzo recompensa?

Seguimos cabalgando; sentía mi espíritu volar,

veía otras regiones y ciudades nuevas

mientras pasaba el mundo a nuestro lado.

Pensé que todo esfuerzo, por pequeño que sea,

puede el fracaso hacer que se ennoblezca.

contempla el final de una obra y contrasta

lo poco hecho con la vastedad de lo no hecho

¡este presente con el pasado esperanzado!.

Esperaba que me amara; ahora cabalgamos.


5


Y, sin embargo, ¡ella apenas ha hablado!

Y si el cielo fuera eso, la fuerza y la belleza

que da la juventud y mirar únicamente

donde brotan las flores primeras de la vida,

¿seguiríamos viviendo así para siempre?

¿y si seguimos cabalgando nosotros dos,

con la vida antigua y nueva, eternamente,

con algunos cambios pero no esenciales,

hecho el instante eternidad,

y probando el cielo que ella y yo cabalgamos,

cabalgamos juntos, cabalgamos para siempre?

El Último Paseo a Caballo Juntos

Ayer, releyendo Harry Potter and the Half-Blood Prince (qué se le va a hacer, me gustan esos libros) me acordé de Robert Browning y del poema que dejo a continuación. (Ya hemos hablado en otro momento de su mujer Elizabeth Barrett, con la que se casó en secreto). En el siguiente post dejaré la traducción (de un libro que ahora no tengo delante y no recuerdo la editorial).

The Last Ride Together by Robert Browning

I.
I said---Then, dearest, since 'tis so,
Since now at length my fate I know,
Since nothing all my love avails,
Since all, my life seemed meant for, fails,
Since this was written and needs must be---
My whole heart rises up to bless
Your name in pride and thankfulness!
Take back the hope you gave,---I claim
---Only a memory of the same,
---And this beside, if you will not blame,
Your leave for one more last ride with me.

II.

My mistress bent that brow of hers;
Those deep dark eyes where pride demurs
When pity would be softening through,
Fixed me, a breathing-while or two,
With life or death in the balance: right!
The blood replenished me again;
My last thought was at least not vain:
I and my mistress, side by side
Shall be together, breathe and ride,
So, one day more am I deified.
Who knows but the world may end tonight?


III.

Then we began to ride. My soul
Smoothed itself out, a long-cramped scroll
Freshening and fluttering in the wind.
Past hopes already lay behind.
What need to strive with a life awry?
Had I said that, had I done this,
So might I gain, so might I miss.
Might she have loved me? just as well
She might have hated, who can tell!
Where had I been now if the worst befell?
And here we are riding, she and I.


IV.

Fail I alone, in words and deeds?
Why, all men strive and who succeeds?
We rode; it seemed my spirit flew,
Saw other regions, cities new,
As the world rushed by on either side.
I thought,---All labour, yet no less
Bear up beneath their unsuccess.
Look at the end of work, contrast
The petty done, the undone vast,
This present of theirs with the hopeful past!
I hoped she would love me; here we ride.


V.

And yet---she has not spoke so long!
What if heaven be that, fair and strong
At life's best, with our eyes upturned
Whither life's flower is first discerned,
We, fixed so, ever should so abide?
What if we still ride on, we two
With life for ever old yet new,
Changed not in kind but in degree,
The instant made eternity,---
And heaven just prove that I and she
Ride, ride together, for ever ride?

El Club Mildorf VI

Llovía. Al despertarme y sin ni siquiera abrir los ojos tuve ese presentimiento. Las gotas de agua al golpear en la ventana poco a poco se hicieron reales entre la maraña de pensamientos adormilados. Olía a tierra mojada, a mar. Abrí de par en par los postigos y el sol inundó la habitación. Era un día fabuloso. La claridad y la luminosidad atenuadas por el constante y monótono caer de la lluvia.

He escuchado a mucha gente responder cuando se le pregunta qué tal ha sido su día decir que llovía, que era un día para olvidar. Yo no comparto esa opinión. Creo que todos los días son hermosos. Hay que disfrutar cada momento. Las cosas son hermosas si las vemos con optimismo. Me gusta el sol y los días claros sin nubes. Pero también me gusta la lluvia. Me gusta su sonido, su color, su olor y su sabor. Me gusta pasear cuando llueve y notar mi pelo húmedo y sentir que una gota cae rodando por mi mejilla. No creo que los días lluviosos sean tristes. Es cierto que la gente dice que es más fácil ser feliz con el sol pero la felicidad no está en el tiempo sino en nosotros.

La ermita de la montaña estaba construida con piedra, visiblemente desgastada por el tiempo. De hecho parecía que en pocos años no quedaría piedra sobre piedra. Como lo mismo pensaba cuando era chico, creí que ese recinto duraría eternamente y todavía lo creo.

Nadie visitaba la ermita durante el año. Estaba apartada de los caminos habituales y los rezos y ritos litúrgicos se celebraban en la iglesia del pueblo. Sólo una vez había entrado en la ermita. Se debió a uno de esos juegos infantiles en los que se pone a prueba la hombría de cada uno. El reto consistió en que cada uno debía apuntar en un papel lo que había dentro y luego comprobar los detalles de todos en una reunión que por supuesto era de alto secreto. Recuerdo que me decepcionó bastante lo que encontré. O quizás debiera decir mejor lo que no encontré. Nada salvo un pequeño altar y la figura de la Virgen de la montaña que vigilaba con sus grandes ojos de kaoba.

La Virgen era una talla de madera. La escala que el autor había utilizado era ligeramente superior a la real. El cuerpo se vestía cada año con mantos que las mujeres de Torreverde confeccionaban con esmero para la ocasión sin escatimar en adornos. Lo único visible de la obra era la cara de la Virgen. Morena de cara y de pelo, con los ojos negros, los labios rojos y un aire de mujer andaluza.

De preguntar en el pueblo no habría nadie que no dijera que era la Virgen más bonita del mundo. Y ay del que dijera lo contrario.

A lo largo de la bajada al pueblo no cesaron de escucharse alabanzas a su belleza. No faltó tampoco que alguien cantara una saeta ni faltó cuando lo necesitaron ánimos a los costaleros. No dejaba, por mi parte, de escudriñar entre la multitud tratando de descubrir a la muchacha que no había vista el día anterior. Buscaba un signo que la distinguiera de las demás, pues daba por supuesto que en algo tendría que diferenciarse. Por algún motivo que se me antojaba claro y verdadero, la mujer que perseguía no podía ser vulgar.

Los paraguas, los cirios y la lluvia no me ayudaron en la tarea. Cuando por casualidad veía un grupo de tres mujeres mi corazón se aceleraba y detenidamente estudiaba la fisonomía de cada una. Esta demasiado alta, la otra demasiado baja, aquella escuálida, la de más allá oronda.

Para que mi empeño se convirtiera en algo personal solo hizo falta que metiera en un descuido los pies en un charco. Tenía barro hasta en las rodillas. Empezaba a estar malhumorado y enfadado con las tonterías que había fantaseado. Afortunadamente estaba llegando a la iglesia y el camino estaba pavimentado. Al pasar a unas calles de distancia de mi casa decidí mudarme de ropa para la celebración que estaba preparada: Una gran comida en la plaza de Torreverde. Se habían tomado muchas molestias para organizarla e incluso una lona estaba preparada para evitar la lluvia.

Decidí, me acuerdo perfectamente, vestir con un traje gris marengo. De chaleco, por supuesto. Era lo más adecuado para una fiesta de ese tipo.

Cuando llegué a la plaza de Levante, donde se hacía el mercadillo todos los lunes, en el centro de Torreverde, la gente estaba arremolinada en pequeños corros charlando y comiendo con el plato en la mano. Es más, las zonas en que había un claro era debido a una gotera de la lona.

No tenía intención de quedarme mucho tiempo así que decidí dar una vuelta y regresar lo antes posible. Y entonces ocurrió. Entre la multitud vi un pañuelo que se perdía. Era el pañuelo ceñido en la cintura de la muchacha. Estaba seguro. No podía ser otro. ¡Ese era sin duda alguna!. Rápidamente intenté abrirme paso. Cuando alcancé el lugar en que lo había visto no quedaba rastro de él.

Desesperado, noté que una gota de sudor me recorría la sien. Miré frenético a mi alrededor y cuando creí que la imaginación me había jugado una mala pasada volví a verlo. Esta vez vi con claridad que estaba ceñido a una cintura. Una cintura pequeña, adornada con un vestido de color claro, amarillo limón, de flor de jazmín. Nuevamente corrí tras el pañuelo rojo en pos de la muchacha y nuevamente la perdí. La curiosidad era tan grande que ya era tarde para echarme a tras. Tenía que encontrarla a toda costa.

En ese momento recuerdo que la música empezó a sonar y recuerdo que muchas parejas acompañaron la canción con sus bailes. Mis ojos se movían con desasosiego saltando de una figura de mujer a otra, de un vestido a otro buscando un pañuelo rojo a una cintura. Y por fin la vi. Estaba de espaldas, bailando con un joven. ¡Qué sensaciones me asaltaron en ese instante!. Todo pareció detenerse a mi alrededor. Todo menos la música.

Ella era alta, grácil y con las curvas definidas. En sus movimientos se adivinaba una delicadeza suprema. Era castaña. Castaña clara, casi pelirroja. No podía ver su cara desde donde estaba. Y además, en mi mente no paraba de escuchar una voz que preguntaba ¿quién es él?, ¿por qué baila con él?. ¿Está casada? ¿Tal vez está comprometida?.

La música seguía sonando y yo ardía en deseos de verla de frente. Al colocarme en la posición en la que estaba convencido que cumpliría mi propósito me di cuenta de que me hallaba junto a las dos señoras que habían acompañado a la muchacha la tarde anterior. Eran de edad avanzada, la piel blanca, ambas de complexión recia y como había deducido, tenían los rasgos tan parecidos que probablemente fueran hermanas.

No obstante, aunque podría haber hecho un examen más a fondo de las dos no estaba dispuesto a perder un segundo más. En la zona de baile divisé el pañuelo rojo, la cintura diminuta, el vestido de jazmín, el cabello castaño claro y su cara.

Como si fuera un sueño por un momento nos quedamos mirándonos a los ojos. Los suyos eran grandes y verdes. Enormes, como un mar profundo. Su nariz pequeña y sonrosada, como sus mejillas. Y su boca. Sus labios delgados, rojos como el vino tinto. Era la mujer más hermosa que había visto jamás. Tenía una belleza más allá del aspecto físico. Era etérea, espiritual. En aquel momento me parecía estar viendo a un ángel que había bajado del cielo.

Reconozco que aquel cruce de miradas puede que apenas durara un segundo, pero sé que ella me vio. Y sé que me sonrió. Sí, cuando nos quedamos mirándonos me sonrió y esa sonrisa era aún más hermosa de lo que podría haber imaginado. Sentí que me contagiaba de ella y no podía evitarlo. Ni quería hacerlo.

La música continuaba sonando por encima del eco de las voces. Yo no podía dejar de mirar a la muchacha y de odiar al joven que la acompañaba.

No quería saber si acaso él era su novio o peor aún, su prometido. No estaba preparado para soportarlo. Necesitaba tener al menos la duda para mantener la esperanza. ¡No quería permitir que mi amor recién nacido fuera estrangulado en la cuna!. Tenía en mi mente los dos pensamientos enfrentados: lo quería saber todo de ella. Volverme a las dos señoras y preguntar: ¿es aquella muchacha su hija?, ¿de dónde es?, ¿cuál es su nombre?. Y sobre todo ¿el chico con el que baila, quién es?. Ay de mí. Tan grandes eran mis celos. Celos por una mujer que no conocía y que no me conocía.

Lentamente y marcha atrás, sin dejar de mirar la figura que bailaba con un pañuelo ceñido a la cintura me retiré de la fiesta. Sin haber probado bocado de la comida.

Sin haber conocido a la muchacha.

Sin saber quién era.

Mojándome bajo la lluvia.

lunes, 9 de julio de 2007

Indignación

El viernes pasado tuve una reunión con dos socios de un conocido bufete de abogados de origen catalán con sede en Madrid. No digo ni el bufete ni el nombre de estos dos socios, baste decir que son del área inmobiliaria.
Es la tercera vez que he tenido asuntos con ese bufete. Una vez siendo ellos cliente de la empresa en la que trabajo y las dos últimas veces en contra.
El caso es que las tres veces me han parecido más una panda de timadores que de abogados.
El mayor problema es que cobran tanto por sus servicios que tienen que justificarlo de algún modo. Para hacerse una idea, en la reunión del viernes estamos negociando un tema que ronda los 95 millones de euros y sus honorarios rondarán los 300.000 €. La operación no es nada complicada, las partes se llevan bien pero.... ellos tienen que justificar su sueldo. ¿Y qué hacen? crear problemas donde no los hay, provocar tensiones innecesarias...... así que el que sale perjudicado soy yo que me hacen trabajar más de la cuenta.
De todas formas lo peor es que siempre que hablo con ellos me quedo con una sensación de que, en primer lugar no tienen ni idea de lo que hablan (y hablo de dos socios, no de dos abogados cualesquiera) y en segundo lugar que su cliente no les importa nada.
En fin, que es una pena que la gente contrate a estos caraduras por el mero hecho de que el bufete tiene un nombre conocido.
Cuando termine este asunto (sobre el 30 de julio) podré decir el nombre del bufete y las chapuzas que hace esta gente.
Uf, no les puedo ni ver.

jueves, 5 de julio de 2007

Cosas que Hacen que la Vida Merezca la Pena



Hace un mes que estamos de obras en el edificio donde trabajo. Mientras duran estas obras mi sitio está en una sala con 7 personas más.


Una de ellas es una chica de Canarias que se casa dentro de dos meses. Al hablar tiene un acento que me recuerda al mar y como habla bajo, casi en susurros, a veces me parece que escucho el sonido de las olas en la playa.


Ojalá hablara más a menudo. Es muy tímida y apenas he cruzado varias frases con ella.


Ayer hubo un momento en que nos quedamos los dos solos. De repente, rompió su habitual silencio y me dijo: "¿Te puedo hacer una pregunta?". "Sí, claro que sí. Faltaría más". Entonces, entre el vaivén de la marea dijo: "¿Tú eres de Madrid?". Lo dijo como si fuera algo extraño.


Reconozco que no esperaba esa pregunta. "Sí", contesté. Y otra vez rompió la ola en la arena: "¿Y tus padres son también de Madrid?". "Sí, mis padres y mis abuelos. Soy de los pocos madrileños de verdad".


Hubo un pequeño silencio y luego : "Qué extraño. No lo pareces" dijo, y se calló.


Yo ya no sé si era el olor a salitre, el viento o el sonido de las gaviotas, pero no entendía nada. "¿Por qué es extraño?".


"Porque no eres como los demás madrileños. En general, cuando estáis agobiados ponéis cara de mal humor. Y si alguien os interrumpe, la primera mirada es desagradable. Tú por más que trabajas nunca tienes esa cara y siempre sonríes cuando alguien viene a verte".


No dije nada, solo me reí y le di las gracias.


La verdad es que no creo que los madrileños seamos así, pero me gustó saber que me veía de esa forma.


Qué poco necesita uno para ser feliz.

miércoles, 4 de julio de 2007

Horario de verano

Ya es definitivo: me han tomado el pelo.
Este año es la primera vez que se implanta el horario de verano en la empresa en la que trabajo.
En principio, como prueba, el horario es de 8:00 a 14.45, durante julio y agosto.
Resultado: El lunes entré a las 8:00 y salí a las 17:30 (y sin comer). El martes (ayer) acabé a las 18:00 (esta vez conseguí tomar un sandwich). Hoy tengo una reunión a las 17:00 y lo mejor es que el jueves.... tengo que ir a Alcorcón a las 19:00!! jajaja.
Pues eso, que me han tomado el pelo a base de bien.
Eso sí. La semana que viene salgo a las tres pase lo que pase.

martes, 3 de julio de 2007

Shakespeare

Al hilo de Cyrano de Bergerac, lo más apropiado es rendir homenaje a Shakespeare. No soy un apasionado de Romeo y Julieta (Romeo me parece un consentido y Julieta una marimandona) pero hay unos versos de la escena del balcón que siempre me han gustado.

Romeo
Lady, by yonder blessed moon I swear
That tips with silver all these fruit-tree tops—


Juliet
O, swear not by the moon, the inconstant moon,
That monthly changes in her circled orb,
Lest that thy love prove likewise variable.


Romeo
What shall I swear by?

Juliet
Do not swear at all;
Or, if thou wilt, swear by thy gracious self,
Which is the god of my idolatry,
And I'll believe thee.


Romeo
If my heart's dear love—

Juliet
Well, do not swear: although I joy in thee,
I have no joy of this contract to-night:
It is too rash, too unadvised, too sudden;
Too like the lightning, which doth cease to be
Ere one can say 'It lightens.' Sweet, good night!
This bud of love, by summer's ripening breath,
May prove a beauteous flower when next we meet.
Good night, good night! as sweet repose and rest
Come to thy heart as that within my breast!

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Romeo: Señora, por la bendita luna
que baña de plata la copa de todos estos
árboles frutales, juro ...
Julieta: Oh, No jures por la luna, la inconstante lulna,
que cada mes muta, en su órbita circular,
no sea que tu amor resulte igual de variable.

Romeo: ¿Entonces, por quié juraré?

Julieta: no jures por nada. O, si quieres,
jura por ti mismo, que es el dios de mi idolatría,
y te creeré.

Romeo: Si el querido amor de mi corazón…

Julieta: Bien, no jures: aunque estoy alegre contigo,
esta noche no deseo este acuerdo.
Es demasiado imprudente, demasiado poco aconsejable,
demasiado repentino;

Demasiado como el relámpago,
que se apaga apenas en lo que se dice “brilla”.

Querido, buenas noches! Este brote de amor,
madurando por el aliento del verano,
puede resultar en una sublime flor
la próxima vez que nos encontremos.
Buenas noches, buenas noches,
y que descanse y repose tan dulce
en tu corazón como en mi pecho