lunes, 16 de junio de 2014

Nueva vida

Madre mía cómo pasa el tiempo.

Han pasado varios años y mi vida está tan cambiada que ya ni me reconozco cuando me miro al espejo.

Desde la última entrada del blog me he casado y he sido padre hace apenas 6 meses de dos machotes que han debido de salir a su padre y llevan a rajatable el lema de "dormir es de cobardes".

En fin. Qué sensaciones tan extrañas volver por aquí. Es como coger un viejo album de fotos (sí, cuando todavía existían los álbumes de fotos) y comparar cómo eras antes y cómo eres ahora.

Es duro, pero al verme en este blgo me doy cuenta de que en estos años he engordado, se me cae el pelo (literalmente), tengo unas ojeras de campeonato, tengo el colesterol alto, se han quedado amigos en el camino (no por nada, sino porque la vida te va alejando poco a poco y cuando te das cuenta, ya es tarde para coger el telefono y llamar) y algunas ilusiones se han quedado en sueños (ya no tendré mi descapotable rojo ni me iré a vivir al extranjero). Eso sí, todo eso a cambio de haberme casado con una mujer a la que adoro y tener dos niños como dos soles. Vamos, que no me cambiaría por nada en el mundo.

Todavía no sé si retomaré el blog. La verdad es que tengo ganas, pero no sé si contar mis vivencias como padre novato de mellizos o desahogar mi descontento y mi indignación con la situación de la política actual y lanzar al viento mis ideas. No sé si cerrar definitivamente este álbum y empezar uno nuevo o seguir aquí.

Sea lo que fuere, hasta pronto.

lunes, 28 de febrero de 2011

Jarandilla

Viaje a Jarandilla de la Vera. Cuna del tabaco y el pimentón.

Salimos el viernes después del trabajo, con toda la ilusión del mundo por delante. A medida que nos acercábamos el paisaje iba cambiando poco a poco y Pilar me explicaba el funcionamiento de las Dehesas (sí, no pude contenerme y hacer el chiste “yo quiero una de esas”. Menos mal que íbamos a 120 km/h y ella no podía saltar del coche en marcha). El caso es que da gusto escucharle hablar del sistema de alternancia de ganado, de las propiedades del terreno, de los robles, las encinas, los olivos…

Que me voy por las ramas. Tardamos en llegar unas dos horas y pico. El parador es espectacular. Es un palacio/castillo de los que impresiona cuando te acercas.

Como llegamos pronto aprovechamos para dar un paseo por el pueblo. Un horror. Lo siento mucho si alguien de Jarandilla está leyendo esto, pero el urbanismo de ese Ayuntamiento es para poner a alguien en la picota. Es un pueblo cuyo único encanto es el paseo alrededor del parador…. Porque se ve el parador. Si te asomas a cualquier otra calle…. Es uno de los pueblos más feos que he visto.

El sábado nos levantamos pronto para desayunar. Entre chorizo, tortilla y migas (es lo que tiene desayunar en un hotel) tuvimos la siguiente conversación:

- Estoy cansada.
- Bueno, no hace falta hacer nada. Si quieres damos una vuelta y nos venimos a descansar. Leemos un poco o algo así.
- Sí, será lo mejor. No quiero caminar mucho. Quizás un paseíto, pero nomás.

Dicho y hecho, fuimos a la oficina de turismo y nos recomendó hacer la ruta del Emperador. Resulta que Carlos I (o Carlos V, que es lo mismo) se alojó una temporada en el palacio reconvertido a parador y desde ahí fue al Monasterio de Yuste para su retiro. El camino que hizo de Jarandilla a Yuste ha sido convertido en una ruta que se puede hacer caminando.

- Tengo ganas de hacerla.
- Mi vida…. ¿no te parece que 10 kilómetros caminando es un poco excesivo? Además, ¿no estabas cansada?
- Sí, pero es un paseíto. Cuando estemos cansados nos volvemos.

La ruta comienza en un puente romano. La primera indicación para seguir la ruta se encuentra en un cruce de caminos. Por supuesto ni la vimos y anduvimos hora y media por un camino de cabras bordeando el río. Cuando estábamos escalando un risco con un precipicio al otro lado, decidimos que igual esa no era la dichosa ruta del emperador. Sinceramente, no veía yo a Carlos I haciendo de cabra montesa.

Debo decir, que si el pueblo de Jarandilla era feo, el camino por el río y la ruta del Emperador sí fue más que agradable.

Finalmente encontramos la ruta y anduvimos hasta Aldeanueva de la Vera (creo que el nombre era así). Encontramos otro río y otro puente donde aproveché para pedir un deseo (no, no pedí que me tocara el euromillón. Mierda. En ese momento no se me ocurrió). Después de otro paseo por el río volvimos a Jarandilla. En total anduvimos unas cinco horas.
Por la tarde subimos a Guijo de Santa Bárbara. En general todos los pueblos tenían su encanto (todos menos Jarandilla). En Guijo aprovechamos para hacer las compras. Estuvimos buscando desesperadamente un lugar que vendiera pimentón al peso (al parecer es lo mejor) pero fue imposible. Después de un paseíto de dos horas volvimos al parador y nos fuimos a leer un libro a una terraza al aire libre.

Al día siguiente me encontraba con la espalda un poco dolorida, menos mal que el desayuno fue reconstituyente:

- Hoy sí que no vamos a cansarnos –dijo Pilar-. Vemos el Monasterio de Yuste y vamos a Oropesa a comprar unos bollos para mi madre.
- Me parece estupendo.
- A lo mejor un paseíto… pero cuando nos cansemos paramos.

Cogimos el coche y enfilamos a Yuste. Dimos un paseo por el Monasterio (nos cobraron 2,5 eurazos por persona. Los curas sí que se lo saben montar) y luego anduvimos un rato por un sedero que llevaba a la garganta de la olla. Como el sendero era de 10 km, propuse que tal vez, sólo tal vez, sería mejor dar marcha atrás e ir en coche. Gracias al cielo, Pilar me hizo caso. En la garganta de la olla anduvimos solamente otra horita y media.

Hoy estoy con la espalda destrozada. Para dormir tuve que tomarme dos antiinflamatorios y un nolotil. Tengo la hernia discal que no me deja incorporarme ni dar dos pasos sin sufrir un relámpago de dolor de la cabeza a los pies. Hasta he pedido cita en una clínica de traumatología. Llevo todo el día meándome porque no puedo ni imaginarme el dolor de espalda en el camino de mi sitio al baño. Como alguien me diga si quiero dar un paseíto….

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Hay que joderse

Fin de semana en Santiago de Compostela.

Todo muy bonito. La catedral, las iglesias, los parques, el mercado de abastos…

El motivo de la visita no era ni mucho menos religiosa, para quien piense que como se acaba el año xacobeo aprovecho el arreón final y de paso me gano los favores del Santo... Nada de eso, la visita era un tema personal.

El caso es que había ido con P*** a hacer algunas visitas y entre ellas, a sus tíos.
Para empezar, quedamos con su tío a las siete en la plaza de la parte trasera de la catedral. Huelga decir que a las siete de la tarde, en Santiago de Compostela, en pleno diciembre, “hace fresco”.

El tío de P*** quiso invitarnos a tomar una coca-cola en un bar de la plaza…. ¡¡en la terraza!!. Tanto fue su empeño que hubo que transigir. Hora y media se pasó hablando el tío. Hora y media sin que nadie más dijera una palabra. Una vez se me ocurrió meter baza y no me hizo ni puto caso. Siguió hablando, encantado de escucharse.

La situación era para enmarcarla: P*** y yo, tiritando, mirándonos de vez en cuando a ver quién era capaz de, al menos, interrumpir la oratoria del campeón. Cuando empecé a no sentir la mano no me quedó más remedio que decir: -Tenemosqueirnosquemosquedado- y lo dije así, corriendo, para que no pudiera seguir hablando.
A pesar de todo, le pidió a P*** al menos 15 veces que fuera a su casa para ver a su tía y a sus primos.
Yo, sabiendo que estábamos un poco cansados de la tertulia unidireccional intenté que nos zafáramos de la manera más elegante posible- Es que hemos quedado a las nueve. No nos va dar tiempo.

- Nada, nada, que P*** no se puede ir de aquí sin ver a su familia. Llama a tus amigos y di que llegáis más tarde.

Ahí me dio un golpe bajo el muy mamón. Tuve que sacar el móvil y mandar un mensaje. Aproveché para contestar a mi amigo Alfonso que estaba en Madrid, tan tranquilo, sin saber que me estaba dando la coartada perfecta.

Por el camino a casa del tío yo iba dejando “recaditos”: -En vez de a las nueve hemos quedado a las nueve y media, así que tendrá que ser una cosa rápida- y cosas por el estilo.

Al llegar a la casa, nos enseñó su casoplón (lo que le dio pie para iniciar un nuevo soliloquio) y poco a poco fue apareciendo toda la familia. De pronto, el tío y la tía empezaron a atacar nuevamente: -Os tenéis que quedar a cenar que tenemos dos centollos que he comprado esta mañana.

-Es imposible- dije yo- Hemos quedado con Gonzalo -el primer nombre que se me vino a la mente-

A partir de aquí reconozco que me empecé a gustar. Así como suena. Empecé a hilvanar una tras otra la excusa perfecta.

- Bueno, pues entonces mañana, si queréis, os llevo al aeropuerto.- insistió el tío.

- Uyyyy, imposible, Gonzalo ya se ha ofrecido y le hemos dicho que sí. Pero muchas gracias.-
- Que no, que no, que os llevo yo.
- Si es que Gonzalo se ha empeñado en llevarnos y como le hace ilusión…-

Y el tío volvía a insistir y yo continuaba toreando a base de verónicas y naturales.

Después de 20 minutos de charla, el tío dejó que tomara el relevo la tía (y ojo, Dios los cría y ellos se juntan. Son iguales. La otra tampoco paraba de rajar). En esto que, mientras hablaba la mujer, se me acerca el tío y me dice – Oye, ¿y dónde habéis quedado?

Juro que no tardé ni un milisegundo en responder.

- En la plaza del Obradoiro. Era lo más fácil.
- Ahhh, ¿y dónde vais a ir a cenar?

Y aquí fue el toque magistral. El día anterior, P*** y yo habíamos estado recorriendo todos los bares y me quedé con el nombre de uno: “El gato negro”. Como no quería que fuera muy descarado, utilicé la técnica de lanzar la caña y esperar a que pique el pez.

- Pues en un sitio que se llama algo así como “un gato…”.
- Ahh, el “gato negro”.
- Eso. El gato negro. ¿Qué tal está? – Fue hacerle la pregunta y que se le iluminara la cara. Diez minutos se pasó hablando sobre lo que se puede comer en ese sitio y los demás bares de todo Santiago.

Cuando ya era humanamente imposible seguir soportando los monólogos de la familia, insistí con el socorrido: “Bueno, nosotros nos vamos que ustedes tendrán que cenar”.

-Uy, no te preocupes- respondió el tío- os acompañamos a la plaza.

Dios. No había manera de deshacerse de ellos. Me sentía como si estuviera jugando un partido de fútbol y me estuviera marcando Puyol y Sergio Ramos a la vez.

Gracias al cielo que al llegar a la plaza se despidieron y se fueron a “cenar centollos”. Eso sí, antes de irse, los muy cachondos van y dicen- Vamos a dejaros a la entrada de la plaza, no vayamos a pecar de pesados.

¿¿¿Pesados??? NOoooooo.

Al fin, libres, tratando de quitarnos el dolor de cabeza generado por semejante verborrea y agotados por las tres horas de compañía, P*** y yo decidimos dar un paseo antes de ir a cenar. Anduvimos esquivando las calles principales y las inmediaciones de la casa de sus tíos, caminando agazapados, de esquina en esquina, evitando la luz como cucarachas y vagando por los callejones más sombríos, hasta que después de 30 minutos, decidimos acercarnos al mercado de abastos, por si estaban abiertos los bares de la zona.

Todos los bares cerrados.

- Vamos a los de la Plaza de Galicia, que están cerca del hotel y tienen buena pinta- sugerí.
- No, espera, vamos a dar la vuelta por si hubiera algún bar abierto a la vuelta de aquí.

Dicho y hecho. Dimos la vuelta a la manzana. Una calle desierta, iluminada únicamente por las luces navideñas. Ni un alma, hasta que de pronto,… a lo lejos vemos a dos personas, caminando pausados, directamente hacia nosotros y se escucha….

- ¿Qué pequeño es Santiago, verdad?

¡¡Zrasca!!! El tío y la tía.

¡Manda huevos!. ¿Pero no se habían ido a cenar? Un sudor frío me recorrió la espalda … ¿Qué se puede hacer en esa situación? Pues nada, apechugar como un campeón y dignidad ante todo:

- Sí que es pequeño,… sí…- dijimos con la sonrisa típica de “me has pillao con el carrito del helao”.

lunes, 18 de octubre de 2010

A por setas

Siempre hay una primera vez para todo.
Hasta para ir a por setas. Y hablo en serio, no estoy haciendo una metáfora sobre ir a por setas o ir a por rolex.
Vale que tengo un ligero recuerdo de ir con mi tía Mary (mi tía-abuela) a coger setas, pero dado que pudo ser hace más de 25 años… no cuenta.
Lo primero que hay que hacer para ir a por setas es ir con alguien que sepa. Parece de Perogrullo, pero ojo, que hay mucha gente que DICE que sabe y esos son los más peligrosos.
Cumplido el primer requisito, los siguientes requisitos son: (i) ir pertrechado para el fresco de la sierra con un buen forro polar,(ii) unas buenas botas de montaña, (iii) guantes, (iv)una navaja y (v)un cesto. De estos cinco requisitos no cumplí ni uno.
Soy un novato y pagué la novatada. En vez de forro polar me puse un jersey más fino que el papel de fumar. En vez de botas llevé zapatillas de deporte. Los guantes son para nenas. En vez de navaja cogí un cuchillo de cocina y en vez de cesto una bolsa de Carrefour…. Con dos cojones.

Después de madrugar y una vez en el “sitio secreto” (al parecer los buscadores de setas tienen su sitio especial donde buscar setas) me agencié con un buen palo para usarlo de báculo y no caerme. El sitio secreto “ tenía una inclinación que había era para caerse y no parar de rodar hasta el río.

Una vez metido en el lío me dediqué a mirar el suelo como si no hubiera un mañana. Como si fuera a encontrar billetes de 500 € en cada momento.

Al cabo de 20 minutos sin ver más que una seta que salía de una moñiga de vaca (menos mal que esa seta resultó no ser comestible porque hubiera puesto a prueba mi tolerancia alimentaria) mi experta en setas me llamó.
- Juan Luis. Alrededor de donde estamos hay una seta. ¿Eres capaz de decirme dónde está?
- ¡¡Por supuesto!! – Lo sé, esta boca mía me perderá. No soy capaz de decir que no. Joder, una seta no puede ser tan complicado de ver… miré por todas partes. No había más que hojas caídas, ramas y helechos. ¿Me estaba tomando el pelo? -Está ahí- dije señalando con mi mano hacia la derecha la zona más amplia que pude.
- Pues no. Está al otro lado.

Ya es mala suerte. Siempre fallo las preguntas de 50% de posibilidad en el trivial.

- ¿La ves?- insistió
Ahí no se veía nada, así que, disimulando, dije un “ajá” lo más convincente que pude.

- Vale. Como verás, están muy escondidas y no se ven muy bien. Este tipo de setas se ven mejor si en vez de mirar a tus pies miras montaña arriba.

Y en ese momento, cuando estaba soltando la charla sobre cómo ver mejor las setas y que esa era venenosa… por fin la vi. Me cagontó. Si no se veía más que un punto blanco entre toda la hojarasca. Amos…. En la vida habría dicho que ahí había una seta.
Anduvimos por el monte durante una hora y media aproximadamente. Al cabo de un rato empecé a ver setas por todas partes…. Pero todas las que vi o eran no comestibles. Al parecer ir conmigo es un seguro de vida: si yo veo una seta… es que esa es venenosa.
La experiencia fue estupenda. Hasta me caí de culo para terminar la jornada, no vaya a ser que no monte el espectáculo. El caso es que según me caí me levanté, como si no hubiera pasado nada y nadie me hubiera visto. Al fin y al cabo estaba en medio del bosque y no había nadie alrededor. Ya en el coche mi experto en setas me preguntó:
- ¿Te has hecho daño?
Naturalmente que me hice el loco. - ¿Daño? ¿Por qué? ¿Cuándo?-
- Cuando te has caído de culo
- Ah …… - ( si es que uno no puede ni caerse tranquilo)

viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Aceptas una apuesta?

No sé si alguien recordará el día que me puse a pintar el salón de mi casa. El post se titulaba “el peor día de mi vida”. El título es el más acertado que he puesto jamás.

Aquello fue una conjunción de “no hay huevos” (frase que será mi perdición toda la vida) y mi cabezonería (en realidad no soy cabezón, soy… testarudo, que suena mejor).

Para ilustrar mejor que fue horrible, baste decir que en una columna tengo pintada de negro una farola (en plan como un vinilo decorativo). Esa farola no dio tiempo a rematarla y después de dos meses todavía está pendiente de que termine de pintar de blanco alrededor.

El caso es que cada vez que recuerdo aquel día todavía se me ponen los pelos de punta, una gota de sudor frío me recorre la sien y el corazón parece que deja de latir durante unos segundos.

Justo antes de las vacaciones decidí hacer una apuesta con “P” para perder peso. Sí, no fue idea mía, fue de “P”. Al parecer, debía sentir vergüenza ajena al verme gordo como una vaca y utilizó la siguiente táctica:

- Ejem…. ¿Qué te parece si hacemos una apuesta?
- ¿Una apuesta? ¿Una apuesta? Claro que sí!!! Voy a ganar!!!
- ¿Estás seguro?
- ¿Qué si estoy seguro? Voy a ganar de calle, jajajajaja.

Nótese que una vez que me habían propuesto hacer una apuesta, mi gen ludópata había dominado mi mente y estaba convencido de ganar sin ni siquiera saber la apuesta. Es lamentable…. Lo sé.

-Vale. La apuesta es la siguiente. Hoy nos pesamos y el que más peso pierda en una semana , gana.

En ese momento empecé a dudar. Adelgazar?? Con lo que me gustan los callos, los chuletones, la tortilla de patatas, la oreja de cerdo, las costillas, las hamburguesas…. – Vale. Acepto. No hay problema.

- Espera, que aún hay más. El que pierda… -En ese momento “P” esbozó una sonrisa diabólica- El que pierda… tendrá que pintar la farola.
(….)

Casi me da un infarto. Dios, juro que pude ver el túnel con la luz al fondo, en plan una experiencia extracorpórea. No es que el corazón me diera un vuelco, es uqe directamente dejó de latir.
Cuando me recobré, después de una hora o dos, intenté hablar, pero sólo conseguía balbucear sílabas inconexas: -que… si… ar… be… yo.. tor…

“P” se me quedó mirando. Ahora no era una sonrisa esbozada, era una carcajada en toda regla…. Y entonces, dijo la frase:

- Qué pasa, ¿es que no hay huevos?

Fue como un resorte. Juro que no quería decir que sí. Yo no quería… no quería.

- SÍ. Acepto. Te voy a machar, voy a ganar, no voy a comer en siete días.
- Alto, para el carro. Las condiciones de la apuesta son que no se pueden saltar comidas. Hay que cumplir con el desayuno, comida y cena. Además, hay que comer sano, no vale hacer una dieta a base de proteínas ni nada por el estilo.
- Vale, lo que digas. Trato hecho.

Cuando me di cuenta de lo que estaba en juego…. Estuve una semana entera comiendo y cenando el siguiente menú:

- Desayuno: agua y tres galletas light
- Comida: Una ensalada con los siguientes ingredientes: Un Tomate con Una cebolla y Un cuarto de pimiento con una pizca de mayonesa light.
- Cena: Una ensalada con Un tomate, una ensalada y una pizca de mayonesa light. Después un cuarto de sandía.

Así siete días. Todo por no volver a pintar en mi %&%$@ vida.
Al final gané la apuesta.

Pero no contaba con lo listas que son las mujeres. Hace dos semanas me hizo el truco:

- ¿Hay huevos para hacer otra apuesta?
- Claro!!!!

Sí, es cierto. No aprenderé jamás.

La nueva apuesta es un doble o nada. Ahora es el que pierda más peso en un mes. Quedan dos semanas y no perdido ni doscientos gramos. Porca miseria. Encima, el viernes fui al cine… tenían palomitas de caramelo… y lo que es peor… por 1 euro más daban un kit kat y otra chocolatina… Cabrones… me compré el cubo gigante de palomitas, el kit kat, la chocolatina y no me pedí los nachos con queso porque no me cabían en la mano!!

miércoles, 21 de julio de 2010

La peor idea de mi vida

Hace tiempo que tenía ganas de pintar el salón de casa. Como este año el tiempo ha estado un poco loco no ha sido fácil encontrar un fin de semana que hiciera buen tiempo. Al parecer, eso es fundamental ya que si no, la pintura no se seca rápido y queda peor.

Después de varios intentos fallidos, decidí que de este fin de semana no pasaba. Vale que el viernes tenía la boda de un amigo y todo pintaba a que el sábado iba a ser un día perfecto para ver la tele. Vale que una cosa es que haga buen tiempo y otra que se alcancen los 40º C… VALE. Reconozco que se me había metido la idea entre ceja y ceja.
Al empezar a pintar la cosa se puso interesante. Primero hay que pintar con un rodillo minúsculo las zonas en las que no se puede pintar con el rodillo grande. Ups. Mierda. Primero hay que poner el plástico en el suelo para que no se manche. No pasa nada. Total, una manchita, no se nota demasiado.
Después de dos horas pintando con un rodillo pequeñajo, por fin se puede pasar a usar uno como Dios manda. Eso sí. A mayor superficie de rodillo mayor cantidad de pintura que salta. Ups. El plástico hay que ponerlo cubriendo bien los muebles.
Otras dos horas, parón y a pedir pizza. La primera mano de pintura del hall estaba dada. Hablando de todo un poco, hay una nueva en Telepizza que es mezcla de barbacoa y carbonara que es un auténtico hit.
Al terminar de comer, me di cuenta de que la pintura (25 litros de pintura plástica blanco mate) no iba a ser suficiente para lo que quedaba. Sobre todo teniendo en cuenta que hay que dar una segunda mano para que quede bien.
Ah, pero no pasa nada. Tenía por algún lado otros 10 litros de pintura. La solución perfecta era mezclar las pinturas y así tener suficiente cantidad…. Si las pinturas hubieran sido iguales. Ni eran un blanco igual ni la otra pintura era plástica. Total, ya no es que no tuviera suficiente, sino que había arruinado la pintura que quedaba. Y la casa a medio pintar.
Ala, a comprar más pintura. Que no falte. Otros 30 litros de pintura. Con dos cojones. Y encima sin dinero para el carrito, así que los 30 litros a pulso. Eso no es tener cojones es ser gilipollas. Sobre todo cuando se tiene una hernia de disco. Pero no todo son desgracias… como no estaba dispuesto a dar una segunda capa de pintura, compré una que ponía “una capa”…. Bueno…. Está bien, está bien… no tenía ni idea de que esa pintura era de una sola capa, lo reconozco.
Pero todo daba igual. Tenía la pintura, tenía los rodillos, tenía todo dispuesto… salvo los muebles. Resulta que para pintar hay que retirar todos los muebles, descolgar cuadros, quitar estanterías… y da igual que estuvieran clavadas en la pared.
Por fin los muebles estaban retirados en la terraza. A pintar. Qué guay. Llevaba pintando desde las nueve de la mañana y eran las seis. No pasa ná. Un esfuerzo más. Brochazo viene, brochazo va. Qué ganas de tirar el rodillo enano por la ventana. Qué coño, qué ganas de tirarlo todo por la ventana.
Después de 4 horas (juro que no exagero ni un poco), cuando para ahorrar tiempo estaba a punto de tirar los botes de pintura contra la pared, para luego extender la pintura como se pudiera con el rodillo, por fin, el último brochazo.

Prometo que en ese momento creí escuchar un coro de ángeles.

¿Pero de verdad creéis que ahí se terminó todo? ¡Qué va! Todavía quedaba volver a colocar todos los muebles, poner todas las estanterías, anclarlas a la pared… y limpiar la pintura que estaba derramada en el suelo.
Cuando ya no sentía la espalda (todo el cuerpo era un dolor. Dolían los pies, las manos, la boca, las orejas, el pelo… ) decidí que nunca más volvería a pintar. En mi P&%# vida. Así que cogí todos los plásticos, todos los rodillos y los botes de pintura para tirarlos a la basura…. Cuando se me cayó un cubo que estaba hasta arriba de pintura. De pronto me encontré en la puerta de la cocina con una balsa de pintura (aquello no era un charco, era un pantano). Durante un minuto me quedé bloqueado. Estaba dudando entre quemar la casa, cobrar el seguro y no volver a acercarme jamás un bote de pintura o ponerme a limpiar. Al final ganó la limpieza. Por poco. Llego a tener un mechero a mano y no sé lo que habría pasado.
Con el suelo recogido y la pared de la cocina que antes era amarillo pastel y ahora es amarillo con tintes de arte abstracto en blanco, por fin conseguí tirar a la basura esos utensilios demoníacos. Cuando el contenedor de basura se cerró engullendo los rodillos y la pintura fue como si estuviera en el paraíso. Esta vez no eran ángeles lo que escuchaba, sino a toda la corte celestial.
Debían ser las 2 de la mañana cuando me pude acostar. Y lo último que pude pensar fue que había aprendido la lección y que sin duda, pintar había sido la peor idea de mi vida.

Nunca mais.
PD: Un millón de gracias, P. Si no llegas a estar ahí..... hubiera quemado la casa o hubiera tirado la tele por la terraza.

martes, 6 de abril de 2010

Lo que se escucha en vacaciones

Aprovechando la Semana Santa decidí pasar las vacaciones en Almería, buscando desesperadamente, un poco de sol.
Que nadie piense que renuncié por completo al turismo cultural. Me dio tiempo hasta de ir a ver una procesión.
El caso es que durante estos días he tenido la oportunidad de ser testigo de excepción de varios acontecimientos/sucesos dignos de mención.

El primero de ellos se produjo mientras comía en un restaurante. Mis amigos y yo pedimos una ensalada para picar, una ración de sardinitas y una fritura de pescado. Como tardaban mucho en servir la comida y el hambre apretaba, le dijimos a la camarera: - Por favor, nos podías traer un ali-oli?.
-Alioli no tengo- contestó la camarera- pero si queréis os puedo poner un poco de ajoblanco.
Al cabo de unos minutos la camarera trajo el ajoblanco y a los pocos minutos pude escuchar a los de la mesa de al lado, un matrimonio con un niño y una niña, con un acento de catalán cerrado no, cerradísimo, pedirle a la camarera: -Oiga, tráiganos a nosotros lo mismo que a ellos.
Dicho y hecho. Ajoblanco que te crió en menos de dos minutos.
En esto, que el niño de la mesa de al lado le dice a la madre: “Mare, escolta, esto no es alioli”.
- No, fill, veurás: El alioli solo existe en Cataluña. Esto es lo que toman fuera de Cataluña.
Y el niño se quedó contentísimo con la explicación de su “mare”.
Con dos cojones.

El segundo de los acontecimientos/sucesos ocurrió un día al marcharnos de una cala ocupada por “perroflautas”. Baste decir que para llegar a la cala había que dar un paseo de una hora y que al llegar, lo primero que te encuentras es con una comuna pseudo nudista al más puro estilo flowerpower (en plan, una tía en bolas cogiendo agua de un manantial con una jarra y echándoselo por encima, o un puesto de hacer rastas, las tres amigas gordas haciendo nudismo en la playa…)

El caso es que para acceder a esa cala, además del paseo, se podía ir en “taxi acuático”, o lo que es lo mismo, una zodiac que cobraba 6 cheuros por persona. Pues según nos estábamos marchando escuché la siguiente conversación.
Chica perroflauta: Oye y vosotros, ¿cómo volvéis?
Chico perroflauta: Nosotros, a pata.
Chica perroflauta: Nosotros vamos en el taxi acuático.
Chico perroflauta: Es lo suyo. Nosotros teníamos preparado el dinero para volver en el taxi, que es lo suyo, la verdad.
Chica perroflauta: ¿Y entonces?
Chico perroflauta: Nos lo gastamos en una setas que compramos anoche. Vamos, que el viaje nos le pegamos ayer.
Chica perroflauta: A ver, normal.

Pues eso… normal, tócate los cojones Mariloles.