martes, 30 de junio de 2009

Esos correos III

Esto ya no es lo que era.

Recuerdo cómo hace un par de años, cuando empecé con el blog, los correos no deseados eran geniales.

Cada vez que recibía uno me moría de risa. Llegaron a ser tan divertidos que cuando estaba trabajando y alguien recibía uno de esos e-mails se comentaba en voz alta y se hacían auténticas diserciones sobre los mismos.

Los mejores de aquellos correos eran estos:

“Prepare your love wand for the next battle”
“Your secret expectations will come true”
“Ancient sexual wisdom comes to your rescue“


En su día hice un post sobre ese tema y Henar,en su blog (tenéis el enlace a la derecha) creó la historia de un becario al que habían contratado para redactar esos correos.

Un año después la imaginación empezaba a escasear y los mensajes de los correos no deseados eran más explícitos y con menos inventiva. Vamos, que el becario se estaba cansando de trabajar y liquidaba los temas a vuela pluma.. Ya ni siquiera se molestaba en hacerlos en inglés (que siempre da un poco de caché, seamos sinceros):

“Dopaje para tu miembro mejor”
“Nosotros sabemos lo que quieren las mujeres”
“Resultará incluso con la vecina”

Y ahora… el panorama es desolador. Vale que ya no hay chistes sobre viagra, pero eso no es excusa. Para mí que el becario o es jefe y ya no quiere currar o directamente está en el paro y la empresa quebró. No hay ni un solo correo en mi bandeja de “no deseados” que tenga un poco de gracia.

Ahora todos los que me llegan son del tipo:
“Lea este correo antes de borrarlo. Premio real”. Según lo recibes te dan ganas de hacer una competición a ver quién es el más rápido en pulsar “eliminar”.
“Private note”. Nada, que de 1 a 10 en curiosidad, han conseguido que tenga -20.

Por eso, en memoria de aquel becario que consiguió hacer feliz a mucha gente, dejo aquí mis propuestas para correos no deseados (perdonad mi inglés, lo que cuenta es la intención):

1.- No need to be frenchie to have your own Eiffel Tower
2.- Screwdrivers are for pussy, use a drill
3.- Let´s talk business: Curro Jiménez didn´t use a gun

P.D: Me estoy dando miedo de lo bien que se me da esto!! jajajaja

viernes, 26 de junio de 2009

Maaaaarcoooooooo

Hoy me estaba acordando de una noticia que me contó un amigo el otro día. Como me sonaba a la típica historia-bulo que no es real no le di mayor importancia. Al recordarla y volver a imaginarme la escena y reírme otra vez a carcajadas, me he puesto a buscar en Internet y por lo que parece la historia puede ser cierta.

¡Y si no lo es, qué coño, a mí me gusta pensar que sí!

Más o menos la historia es como sigue:

Una pareja de policías estaba persiguiendo a un ladrón. Los policías le pierden en la persecución pero ven abierta la puerta trasera de un edificio.
Ahora es cuando es vital que os imaginéis la situación. Un par de policías persiguiendo a un tipo que puede ser peligroso y que a lo mejor está escondido en el edificio. El policía va despacio mirando por todos los rincones y con la adrenalina disparada. Entonces, de repente, se acuerda de un juego con el que se divertía de niño y grita: “¡Maarcooooo!”.
Acto seguido el delincuente, escondido, responde: “Poooloooooo”.
…..
…..

Todavía no tengo claro si el policía era un genio y el delincuente un gilipollas, o el policía era un cachondo y el delincuente era Marianico el Corto. Probablemente una mezcla de las dos.

Lo que está claro que el sospechoso no fue a la “Escuela de Delincuencia”. La norma número uno de todo buen caco es: “no contestar cuando un poli dice “Marco”. Bueno, esa y que aunque el poli te coja y diga “Enri1,2,3”, puedes seguir intentando escaparte.

Dejo un trozo de la noticia en inglés:

“ (…) Police Checked the area and found an open door in the back of the building. An officer went inside and called out: “Marco”.
The man´s name was not Marco, Detective Tim Dohr said. Instead, “The officer was trying to inject some humor into the situation”.
Police found the suspect after he responded “Polo”.



PD1: Imagino que todo el mundo ha jugado de pequeño a “Marco Polo”. Para quien no lo sepa se jugaba de la siguiente manera. A quien se la ligaba (qué raro suena esta expresión ahora, jajaja) se le vendaban los ojos. El objetivo era que tenía que encontrar a los demás y adivinar quién era cada uno. Para eso gritaba Marco y los demás respondían Polo.

PD2: Mis amigos y yo cuando jugábamos a polis y ladrones teníamos la regla de que si un poli cogía a un ladrón no se podía escapar si le decía “Enri un, dos, tres”. Desconozco el motivo, la razón, la lógica y cualquier posible sentido que tuviera. Era la regla y como tal, era sagrada.

martes, 16 de junio de 2009

Las comparaciones son odiosas... porque se sale perdiendo

Qué difícil es volver a la rutina diaria después de un fin de semana en la playa.

Para empezar, en vez de levantarte con la suave voz del megáfono del tapicero (que tapiza todo tipo de muebles, incluido tresillos) tienes que escuchar la maldita alarma del teléfono móvil (es lo que uso yo como despertador. Nunca me acostumbré a los despertadores).

Después en vez de desayunar plácidamente unas tostadas con aceite y tomate mientras te acaricia la brisa marina y escuchas al fondo el sonido de las olas, tomas corriendo un café demasiado caliente o demasiado frío mientras terminas de atarte la corbata con la otra mano y al mismo tiempo que terminas de meterte los zapatos.

En lugar de dudar entre ir a la Plya, ir a bañarte a las rocas o dar un paseo en barco, tienes al jefe de turno que no para de mandarte tareas que no quiere hacer o, aún peor, te llama por teléfono alguien que no sabe hacer su trabajo para que lo hagas tú.

Por otra parte, en vez de estar sentado en alguna terraza tomando una coca-cola bien fría o una cerveza (para quien le guste la cerveza, cosa que no entenderé jamás), sigues currando en la oficina deseando que llegue la hora de comer para tener unos minutos de descanso.

Por la tarde… por la tarde mejor no hablar. No hay partida de mus, no hay siesta, no hay escapada al chiringo de la playa para tomar un mojito, no hay paseo por la orilla del mar, no hay excursión a conocer una cala o una playa nueva…

Y por la noche, ya para qué hablar. Te quedas tan cansado del día que no puedes ni pensar en dar una vuelta por ahí, así que como mucho vas a cenar a algún sitio y corriendo a casa para poder dormir y aguantar al día siguiente. En cambio, en la playa, como sabes que mañana por la mañana nadie te obligará a madrugar, te vas aun restaurante del puerto ponerte tibio a base de pescaíto o a enchufarte un caldero o un arroz abanda y después de la cena… lo que se tercie. A intentar hacer todo el mal que te dejen.

Y después de esto… una vez más la pregunta del millón. ¿Por qué coño vivimos en Madrid?

lunes, 8 de junio de 2009

Tengo el corazón contento (II)

El cielo amenazaba lluvia. Durante todo el día se habían alternado los claros con las nubes y la lluvia parecía esperar el peor momento para hacer acto de presencia. Ya se sabe, la Ley de Murphy: si algo puede ir mal… irá mal.

Pero no en la boda de L*** y S****. La novia pudo entrar y salir de la iglesia sin el menor problema y durante el convite quien quiso pudo disfrutar del aire libre y las maravillosas vistas del campo de golf.

La boda fue concisa. El cura no se extendió en su sermón y se agradeció (habíamos empezado diez minutos tarde al tener que esperar para entrar a la iglesia). La nota diferente de la ceremonia fue que para el ritual del matrimonio (consentimiento, anillo y arras) el cura pidió a los testigos de la boda que nos acercáramos e hiciéramos un semicírculo alrededor suyo y de los novios. Ya fuera porque nunca habíamos visto eso, porque a la gente le daba vergüenza o porque simplemente tuve suerte, me vi situado prácticamente delante de los novios. Como durante ese ritual siempre se les ve de espaldas o, como mucho, de lado, verles frente a frente y observar sus gestos y poder sonreírles cuando levantaban la mirada, me gustó muchísimo y me hizo sentir muy alegre y participar de alguna manera en la ceremonia.


El cocktail fue abundantísimo. Para mí, lo mejor, los pimientos, unas tartaletas de noséqué que sabían a gloria pura, el jamón y el foie.

Por cierto, “el montañés”, sin encomendarse a nadie, en medio del cocktail, decidió que era un momento ideal para sujetar la coca cola sin usar las manos, con el hombro y la cabeza. El resultado, por supuesto, fue que se tiró la copa encima. Eso sí, consiguió que el resto lloráramos de la risa. Este tipo de detalles la gente no sabe apreciarlo, por eso es justo reconocer los esfuerzos de los demás para hacer que la gente se lo pase bien. Muchas gracias, montañés.

En la cena, mi mesa era “mesa de solteros/as” lo que provocó que desde el primer minuto se estuvieran lanzando cargas de profundidad del tipo:
- Fulanito, ¿qué tal tu novia? (nótese que fulanito hace más de 6 meses que no ha conocido mujer)
- ¿Cómo? ¿No te lo dije? La dejé el mes pasado. Y tus hijos, ¿qué? ¿todos bien? (naturalmente, menganito ni tiene hijos conocidos ni sin conocer)

Y así toda la cena. En cuanto uno se descuidaba ya había alguien al quite. El único frente común entre los chicos fue cuando salió a relucir “el problema vasco” o lo que es lo mismo: “pillar en el País Vasco no es pecado. Es milagro”.

La cena consistió en dos platos y postre. El primer plato fue el mejor mero que he probado nunca y el segundo solomillo que, estando bueno, no pudo compararse con el pescado que había sido, sencillamente, superior.

Para abrir el banquete los novios aparecieron al son de “Mi gran noche” de Raphael. ¿Cómo explicar las buenas sensaciones, la alegría que transmitió escuchar esa canción y ver llegar a L*** y S*** bailando?

Hoy para mi es un día especial.
Hoy saldré por la noche.
Podré vivir lo que el mundo nos da
cuando el sol ya se esconde.





El baile empezó sin dar tiempo a que la gente se cansara de estar en las mesas. Esto yo lo agradezco especialmente. Me cansa mucho las bodas en las que se sirve café y después de media hora un licor y después de una hora se abre el baile. Aquí fue como a mí me gusta: café y copa a la vez (para quien tome) y sin dar tiempo de que la gente se lo termine… al vals.

El baile, como toda la boda, fue muy divertido. La música pachanguera sin caer en el mal gusto ni lo chabacano y mezclada con temas actuales. El pincha a pesar de tener micrófono apenas quiso acaparar protagonismo, lo que también se agradece.

Y cómo no, hay que hablar del “Chunari”. Hace tres semanas S**** nos pidió que ensayáramos un baile al estilo Bollywood. Naturalmente si la novia te pide que en su boda hagas el pino y luego haga un tirabuzón doble con carpado incluid… lo haces.

El caso es que salió razonablemente bien. Habría salido mejor si un tío con gafas y que ya estaba tajado como un piojo a las doce de la noche no se hubiera metido en medio. Y no lo digo porque no se supiera la coreografía sino porque además le propinó un codazo a una de las amigas de S*** que yo pensé que habría que llevarla a urgencias. Debo decir que ella, a pesar delque casi sale volando del golpe, ni se inmutó. Siguió el baile como si nada, así, con un par.

Todavía no tengo imágenes del baile, pero AQUÍ se puede ver el ensayo que hicimos. ¡¡Sé que mis amigos me matarán por colgar este video!! Jajajajaja!

Cuando terminó el baile nos fuimos al “Image”. Se trata de una discoteca de lo más peculiar. No he visto tal concentración de droga en mi vida. Quizá lo más cercano que conozco se trata de “fabrik” otra discoteca que está en Colmenar de Oreja. Vamos, que lo mejor de cada familia se encuentra en esos sitios.

Baste decir que, como iba con chaqué, más de 10 personas me felicitaron por casarme. A los primeros les explicaba que no, que simplemente era un testigo. Después de la tercera explicación les daba las gracias y a volar.

Al día siguiente, volvimos a comer de pintxos por Getxo y no podía dejar de cantar una de las canciones de la boda que reflejaba mi estado de ánimo:

Tengo el corazón contento,
el corazón contento
y lleno de alegría.




Tengo el Corazón Contento (I)

Es lunes por la mañana. Todavía ando muerto de sueño, cansado… y muy contento. El sábado se casaron en Getxo L*** y S**** (últimamente el blog parece una revista de actualidad social, jajaja).
Permitidme que haga la crónica del fin de semana en varias entregas. Aquí dejo la primera.



Viernes

Quiero empezar por el principio. El viernes los novios prepararon una cena preboda. Por delante vaya que me parece una idea sensacional. Da opción de que la gente se conozca, de romper el hielo y eso provoca que el baile de la boda sea todavía más divertido si cabe. La cena fue un cocktail en “El Chalet”, un restaurante en Getxo. Todo estaba delicioso. Para mi gusto lo mejor la merluza y el bacalao. Después, en el mismo restaurante se organizó una pista de baile y se copeó a lo grande, como si no hubiera un mañana, entre bromas acerca de la noticia de la muerte de David Carradine. Y que nadie se ofenda. No nos reíamos de la muerte en sí, sino de que la noticia era la siguiente:

“El general de la policía metropolitana de Bangkok, Worapong Siewpreecha, ha señalado que el actor fue encontrado desnudo con una cuerda atada al cuello, otra a los genitales y ambas al armario.”

Ante esa noticia todos brindamos por el Pequeño Saltamontes y porque desde ese día se ha convertido en uno de nuestros ídolos.

De lo más reseñable del baile en “El Chalet” fueron las actuaciones estelares de mi buen amigo F***. Dos ejemplos:

Ejemplo 1.- Nada más empezar el baile me dice: -¿Qué tal te ves?
- Pues hombre, de momento bien.
- ¿Qué te parece la rubia que tienes al lado?
- No está mal, la verdad.
Y sin mediar otra palabra F*** se lanzó a hablar con una de sus amigas. En menos de 5 segundos volvió y dijo. –Tiene novio.
- Fenómeno, pero la próxima vez, considerando que son amigas de la novia, antes de preguntarle nada a nadie consúltamelo primero.

Ejemplo 2.- A los pocos minutos del ejemplo 1 mientras F****, A**** y yo hablábamos acerca de la realidad sociopolítica del País Vasco no pude menos que hacer la siguiente observación:
- ¿Os habéis fijado en las medias que lleva esa?- eran unas medias negras que en la parte de atrás tenían unos dibujos de una forma que no recuerdo)
De nuevo, sin esperar otra señal, F*** se fue directo a por la susodicha. A**** y yo nos quedamos impresionados ante la rapidez de movimientos de F*** y entre el alboroto de la música y las conversaciones que se entremezclaban en el ambiente sólo pudimos escuchar la siguiente frase de la chica de las medias negras:
- ¡Que no!, que no tengo “amigo”. ¡Que tengo marido!

Después del éxito cosechado optamos por hacer mutis por el foro y dar una vuelta por “la zona”, que viene a ser una calle en la que están todos los bares de Getxo. Y cuando digo “todos” quiero decir los tres bares que hay. Existen rumores de que hay un cuarto llamado Mojo o Nojo o algo así, pero no acabó de confirmarse.

Para que nadie pudiera poner en duda nuestra hombría, conseguimos ser los últimos en abandonar “la zona” (vamos, que cerramos los bares). A esas horas de la noche y como no sabíamos que hacer, una amiga de F*** nos llevó al hotel. Recordando que en el hotel había bar dije a F**** y a la chica que nos había acercado: - esperad que voy a “gestionar” que nos pongan “la penúltima”-. En la recepción del hotel el único que había era un indio (de la india, se entiende) que tenía el típico acento de las películas y que parecía que me tenía miedo (lo que me hace pensar que yo debía llevar una pinta infame).
-Buenas noches- dije
-Buenas noches.
- ¿El bar está abierto? Queríamos tomarnos un algo, ya me entiende
(espero que el lector comprenda que esta conversación ocurrió a altas horas de la madrugada).
- El bar está cerrado. Lo siento mucho, señor.
- Sí, lo entiendo, pero hazme el favor, hombre. Una copita.
- Señor, el bar es una concesión del hotel a una empresa. Yo no puedo ponerle una copa.
- Seguro que puedes hacer la vista gorda, hombre.
- Lo siento señor.
- Hombre, no te hagas de rogar que solo es una copita.

Después de insistir durante dos minutos más, entendí que la mejor opción era dar por terminada la noche.

Sábado

Con energías renovadas (y con todo el día por delante, fuimos a Getxo a dar una vuelta. Sin venir a cuento (se nos ocurrió que lo ideal para hidratarse y recuperarse de la noche anterior era tomarse un Aquarius bien fresquito. Preguntamos en el primer bar. No tenían. En el segundo. No tenían. En el tercero, no tenían. La cosa se estaba convirtiendo en algo personal. Recorrimos Getxo entero. Si no preguntamos en 30 sitios no preguntamos en ninguno. Bares por la noche no tienen, pero bares de pintxos hay miles. Eso sí, en ninguno tenían Aquarius. Como la necesidad agudiza el ingenio se nos ocurrió preguntar en un Telepizza… y voilá. Misión conseguida.

Con la satisfacción del haber conseguido un Aquarius fuimos de Pintxos a un bar en el que estaba L***, el novio. Nos recomendó tomar una brocheta de rape envuelto en bacon y con langostino que me hizo llorar de lo bueno que estaba. Pasamos un rato muy agradable, interrumpido tan solo por alguien de la familia de L*** que cada cinco minutos le decía: ¡Pero L*** cómo estás aquí tan tranquilo!. Tienes que estar en tu casa y con nervios!. A la séptima vez que le dijo que tenía que estar nervioso estuve a punto de decirla: “Señora, no sé si ya ha conseguido poner nervioso al novio, pero a mí me tiene hasta los C%&#$”.

Por la tarde fuimos a tomar una coca cola a Sopelana en un chiringuito a la orilla del mar viendo a la gente haciendo surf.

martes, 2 de junio de 2009

amor estival

Cada año, al llegar el verano, me acuerdo de ella. Uno de esos amores de playa. Uno de esos que apenas dura dos semanas. Uno de esos que se vive sin ataduras, con libertad. Sin importar qué pasará mañana. Porque no importa, porque en vacaciones era imposible saber ni qué día de la semana era. Porque en esas semanas lo único que existía era el mar, el sol y ella.

Todos los años por estas fechas me imagino que la vuelvo a ver. Que ella me reconoce después de tanto tiempo y que se acuerda de mí igual que yo me acuerdo de ella.

Sé que las probabilidades de que eso ocurra son mínimas pero me gusta guardar esa ilusión como un pequeño tesoro y cada año por estas fechas soñar otra vez con escuchar su risa entre las olas, ver sus ojos claros, de un azul inmenso.

Me imagino cómo habrá cambiado después de tantos años y en qué mujer se ha convertido. Recuerdo la niña que era y los sueños que tenía y espero que no haya renunciado a ellos y que siga riendo igual que siempre.

lunes, 1 de junio de 2009

Lepidópteros kamikazes

El fin de semana ha sido ajetreado. Me gusta porque parece que dura más (cada vez estoy más a favor de que solo se trabajen 4 días por semana y el fin de semana sean tres días completos).

El viernes, después de trabajar fui a jugar un partidito de tenis. Hacía un día estupendo y me dio el solecito mientras jugaba. Encima gané el primer set 7-6 (el segundo set iba perdiendo 2-0 pero se nos acabó el tiempo y no pudimos seguir).

Después cenita en un japo (lo que corrobora el anterior post y la sustancia adictiva que le ponen al wasabi) y copita tranquila. Al día siguiente tenía boda de un antiguo compañero de mi anterior empresa.

El sábado me levanté a las 09:00 y a las 10:00 enfilé rumbo al norte, a Asturias. Concretamente a un pueblecito llamado Villanueva de Pría. Cuando estaba conduciendo se estampó contra al parabrisas una mariposa. “Qué pena”, pensé. Al cabo de unos minutos se estampó otra. Esta vez quedó espachurrada y por más que le daba a los limpias no había manera. En poco más de 1 hora conté hasta 30 mariposas que se estrellaron contra el cristal. Hasta tuve que parar para limpiar el parabrisas con un cepillo porque no se veía ni un carajo. Durante todo el viaje estuve cercenando la población de mariposas.
Tardé unas 4 horas y media en llegar. Perfecto para ir a comer con los amigos que ya estaban por ahí.

Como sabíamos que por la noche habría comida abundante llegamos a la conclusión de que lo mejor era hacer una comida frugal. Elegimos una ración de calamares y una cazuelita de almejas para cuatro y luego un plato para cada uno. Como no queríamos comer mucho, dos se pidieron un solomillo, otro se pidió una fabada y yo un chuletón de buey. Vamos, pecata minuta.

Sin perder tiempo volvimos a la casa (que, por cierto, era increíble. Una casa de indianos, remodelada, con un jardín inmenso) y cogimos la toalla y el bañador. El solecito estaba en lo alto y siempre que se va a una zona de mar hay que ir a la playa.

Llegamos a una cala preciosa. Había un par de chavales en el agua. MMmmm, mes de mayo, mar cantábrico… si unos chavales de 10 años se pueden bañar… yo… también. Con dos &%$%$. El agua estaba…. “fresquita”. El truco para bañarse en esas situaciones es empezar a caminar rumbo al mar. Despacito pero sin retroceder. El momento crítico es cuando el agua llega a la cintura. Bueno, a la cintura no, un poco más abajo. Cuando pierdes la sensibilidad de la parte inferior del cuerpo es cuando empiezas a disfrutar del baño.

Después de 10 minutos en el agua tuvimos la siguiente conversación entre los tres valientes que nos atrevimos a darnos un chapuzón:

- Oye, ¿alguien siente como un hormigueo en la espada?
- Sí, pero es más como si me estuvieran clavando unas agujas.
- Es verdad, yo también lo noto.

(silencio)

- Anda, mirad, no soy capaz de cerrar la mano.
- Jajaja, yo ni siquiera puedo moverla

(silencio)

- …
- …
- A lo mejor deberíamos salir…

Por la noche, la cena monumental fue en una sidrería. No recuerdo el nombre, ¡¡¡tan sólo me acuerdo de los ocho platos del menú!!!

Lo mejor de la cena, el plato de costillas, el solomillo y el plato de fabada (lo sé, soy un clásico).

Al terminar la cena fuimos a dar una vueltecita por Llanes hasta las 5 de la mañana.

El domingo, desayuno: pincho de tortilla, empanada y sobao pasiego. Luego, otra vez a la playa. Esta vez el baño fue coser y cantar. Media horita en el agua y luego tumbado al sol hasta la hora de comer: arroz con bogavante.

Y poco más. El viaje de vuelta, bien. Hasta que una mariposa se estrelló en el parabrisas. Coña, se me había olvidado. Otra vez empecé a esquilmar lepidópteros. Hasta que me di cuenta de lo que pasaba. Creo que estaban en fila a lo largo de la carretera y cuando me veían pasar se ponían una de tras de otra, en fila india, para estrellarse en el coche.

Dejando de lado a las mariposas kamikazes, por lo demás el viaje fue bueno, sólo con un poco de atasco al llegar a Madrid.

Por la noche estaba destrozado y al ir a acostarme, cuando me vi en el espejo… me temo que me he quemado con el sol (cuando digo que me he quemado, es que esta mañana la gente se volvía al verme pasar y oía que decían, “pobre”). Y cómo pica todo el cuerpo, mierda.