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martes, 16 de octubre de 2007

Crónica Salmantina II

El sábado amaneció a eso de las 12:00. Sorprendentemente no tenía resaca. Cansancio sí, muchísimo, pero nada de dolor de cabeza o malestar general.
Alfonso y yo decidimos tomar un aperitivo en la Rua Mayor. Nos sentamos en un Gambrinus. Vale, estar en Salamanca y tomar el aperitivo en un Gambrinus es como estar en París y comer en un MacDonalds, pero fue el primer sitio con terraza con una mesa libre. Estábamos tan cansados que ninguno podía hablar. De pronto levantamos la vista y en la terraza justo encima del Gambrinus vimos a Mireia (hermana de Ana). Qué pequeño es el mundo y Salamanca, más todavía.

A las 14:00 los estómagos empezaron a rugir. Habíamos quedado en la Plaza con Jorge y Ana. A cada paso que dábamos nos encontrábamos con invitados de la boda. Al final éramos veintitantos buscando un sitio donde sentarnos. Hacía un sol de justicia y unos comieron al aire libre cogiendo colorcito y otros de tapas a la sombra. Mención especial de los que comieron al aire libre para la pareja de músicos ambulantes que deleitaron al público durante las 2 horas que duró la comida versioneando a los clásicos de la música rock-pop (He dicho ambulantes, pero de eso nada, que se pasaron todo el fin de semana en el mismo sitio con la guitarra eléctrica y el micrófono en la mano).

Después de la comida empezó la ronda de licores y copazos en la Plaza Mayor. Menos mal que a alguien se le ocurrió proponer reservar un sitio para cenar (no fuéramos a pasar hambre, que no habíamos probado bocado desde que llegamos a Salamanca) y aprovechar para descansar hasta las 21:00.

El lugar elegido para la cena fue el “Bambú”, recomendado por Carlos. Y si Carlos recomienda un sitio para comer hay que hacerle caso. La conversación de Jorge y el Camarero para hacer la reserva fue más o menos así:

Camarero.- ¿Cuántos sois?
Jorge.- 18 ( un número totalmente elegido al azar. Calculando por lo alto. Total, siempre se puede decir que vamos menos, ¿no?)
Camarero.- ¿A qué hora?
Jorge.- A las 21:00.
Camarero.- ¿Nombre?
Jorge.- Jorge
Camarero.- ¿Teléfono?
Jorge.- 555 67 65 66.
El camarero no había apuntado los dos primeros números cuando se detiene y mirando a Jorge levanta la ceja como Carlos Sobera.
Camarero (hablando muy despacio).- Usted habla mucho más rápido de lo que yo escucho.
Toma ya, simpático. Nos quedamos petrificados. El caso es que no parecía borde sino que daba la sensación de ser más seco que la mojama.
Jorge.- ¿Tienen algún menú?
Camarero.- Sí, pero les recomiendo que pidan de carta. Es más barato. Lo que sí les digo es que pidan 1 ración para cada 3 personas y luego un segundo plato para cada uno.

Lo siguiente que hicimos fue ir a echarnos la siesta (¿de 20:00 a 20:45 se puede llamar siesta?). Me sentó de maravilla. Hasta fui capaz de entreabrir los ojos para ver los goles de la selección española de fútbol.

A las 21:00 llegamos al “Bambú”. La mesa tenía forma de “L”. Al final en vez de 18 éramos 23. Ahí es nada. Jorge se encargó de repetir unas 23 veces (es decir, a todos los que estaban) que íbamos a pedir 1 ración para cada 3 personas y luego cada uno un segundo. Finalmente se decidió pedir tres tipos de entrantes: patatas bravas, croquetas y pimientos rellenos y para beber agua y vino de la casa.
Para bien o para mal no entiendo mucho de vinos. Se me sube muy rápido a la cabeza y procuro no tomarlo. El caso es que nada más coger la copa de vino creí oler a vinagre. “Es imposible”, me dije. Pues no. Cuando probé el vino comprendí que no es que oliera, es que “era” vinagre.

En seguida trajeron unas tapitas para picar. Un momento, no eran tapitas, eran patatas fritas. No, eran patatas fritas con tomate. Qué va, eran 4 patatas fritas con salsa barbacoa. La raciones resultaron ser diminutas. Lo mejor vino con las croquetas. No tocábamos más que a media por cabeza. Jorge me miró y supe que estaba pensando en el camarero de la reserva. ¡Al final va a resultar que se estaba cachondeando de nosotros!.

La conversación de la cena fue muy agradable, contando batallitas y riendo sin parar.
Al terminar de dar cuenta de 1 patata brava, ¼ de croqueta y 1/3 de pimiento relleno llegó el segundo plato. Fue el acabose. Un chuletón enorme. La carne jugosa, blandita, con mucho sabor…. Y la guarnición….patatas fritas. Muchas patatas fritas. Había tantas patatas fritas en una guarnición como en 3 platos de raciones. Mmm están locos estos salmantinos.

Una vez terminado el magnífico chuletón llegó la hora de los postres: “white label con coca-cola, por favor”. Hay que quitarse la careta. ¿A quién le apetece una tarta o un helado después de apretarse un kilo de carne?

Salimos del restaurante con la barriga llena y otra vez fuimos a lo fácil. El bar de enfrente. Se llamaba Carpe Diem (No sé cuántos bares con ese nombre existen en España. Se podría hacer una recopilación. En cambio, ¿alguien conoce un bar que se llame “vita brevis” o “tempus fugit”?). El local estaba muy bien, se entraba por un pasillo hasta llegar a una sala rodeada de arcos con clave. Primera copita y recuento de valientes que aguantan: Elena, María, Marta, Mireia, Mónica, Carlos, Jorge, Felipe, Dirk, Alfonso y yo.

En esto que Dirk me dice: “¿Ese es Elton John?” Primero pensé que como es Belga no le había escuchado bien “¿Qué dices?”. “Que si es Elton John” (dicho sea de paso, qué envidia me dan los que saben hablar varios idiomas perfectamente). Por fin dirigí mi vista hacia donde señalaba. La sala, simulaba la plaza mayor de Salamanca solo que en vez de bustos de reyes encima de los arcos, en el Carpe Diem los bustos eran de cantantes. (Por cierto, no son exactamente bustos, son como figuras en relieve talladas en un círculo. Siento no conocer la palabra exacta). Poco a poco fuimos descubriendo el resto de cantantes: Elvis, Madonna y…. “¿ese quién es?”. “Ah, yo lo sé”, dijo Elena “es un negro que ha muerto hace poco y que había un problema porque no podían enterrarle”. Sonaba un poco raro pero le dimos el beneficio de la duda. Al rato, Dirk y yo nos acercamos para ver el busto de cerca. “Pues es Mick Jagger”, dijo. Ya te dijo, ni negro, ni muerto, ni leches. Jajaja.

Con la segunda copa empezaron las fotos. El problema es que Carlos y Marta se fueron gustando poco a poco y se crecieron. Decidieron que lo mejor que podían hacer era subirse a la tarima. Foto por aquí y foto por allá. De pronto, Mónica empezó a gritarle a Carlos: “Quítateeeee la camisetaaaa, quítateeee la camisetaaaaa”. Marta, prudentemente se bajó dejando a Carlos que se las apañara él solito y se unió a Mónica gritando “quítateeee la camisetaaaa”. Carlos henchido ante su afición, se quitó la sudadera. En esto que como no se decidía a quedarse en porretas tomé la voz cantante: “No hay huevos, no hay huevos”. Ya se sabe. Acabó sin camiseta y una chica al lado suyo por poco cayó desmayada ante el espectáculo.

Como después del numerito lo más probable era aumentar el nivel de despropósito o que nos echaran del bar decidimos que una retirada a tiempo es una victoria.

Al salir, Carlos, Felipe y yo nos despedirnos de Salamanca cantando “New York, New York” subidos a un banco de la Plaza Mayor.


Start spreadin' the news,
I'm leavin' today
I want to be a part of it,
New York, New York...



PD: para volver al hotel me dejaron un mapa. Y sí, a pesar de todo….. ¡me perdí!

lunes, 15 de octubre de 2007

Crónica Salmantina I

Me han echado en cara que no cuente con detalle el fin de semana en Salamanca. Como todavía no soy capaz de decir que no y me lo pasé tan bien, aquí va una crónica salmantina del día de la boda. Mañana contaré el segundo día.

Todo comenzó la tarde del jueves. Había que quedar para salir el viernes y llegar a la boda. De repente Alfonso dice: “Por cierto, ¿a qué hora es?”. “Ni idea. Mejor llamo a Pablo”. “Pablo, ¿sabes la hora de la boda?” “Ni idea”.
Vale, somos unos impresentables, pero al menos somos sinceros.
Lo siguiente que hice fue llamar a María, la hermana del Novio.
La boda era a las 17:00. María me aconsejó/ordenó que saliéramos con tiempo de sobra así que nos citamos Pablo, Mina, Alfonso y yo, el viernes por la mañana a las 11:30.
Cuando parecía que habíamos sido puntuales y saldríamos sin percances a Pablo se le ocurrió preguntarme si había llevado un mapa del hotel.
“Claro, el mapa está junto con la reserva…. ¡La reserva!”. Se me había olvidado en casa. Ala, Pablo y Mina se pusieron en camino a Salamanca y Alfonso y yo perdimos 20 minutillos. Mal presagio. El viaje duró 4 horas y media. Llegamos con el tiempo justo para aparcar, ducharnos y encontrarnos con la novia en la puerta de la catedral. Por los pelos.

La boda fue muy distendida y dieron el sí quiero. Yo no soy capaz de creer en Dios, nunca he tenido fe, pero cuando la gente reza lo que yo hago es desear de todo corazón que les vaya bien a los novios.

A la salida de la boda comienza el ritual de saludos. Miradas que se encuentran, sonrisas y palabras que rompen barreras apenas son articuladas.

Alguien falta. No sé muy bien quién, pero tengo esa sensación. Por fin me acuerdo de Carlos. ¿Dónde está?. Al principio nadie responde. Lo que es evidente es que no ha llegado a la boda. Le habrá pillado tráfico, dice alguien. Al cabo de un par de preguntas por fin lo averiguo. Le dijeron que había atasco y decidió retrasar la salida porque “seguro que así se vacía la carretera”. Consecuencia: se ha convertido en un memorable miembro de la cofradía de los Hannover (o lo que es lo mismo, saltarse la misa a la torera y aparecer el primero en el banquete).

El aperitivo fue bastante bueno. Cuando recuerdo tener a la izquierda un camarero con una bandeja de jamón, a mi derecha otro con una bandeja de lomo y en frente un tercero ofreciéndome bebida no puedo evitar que se me escape una lágrima de felicidad. ¡¡¡¡Ay, jamón ibérico del alma mía cómo te quiero!!!!

Cuando ya empezaba a tener que aflojar un botón del cinturón nos dijeron que pasáramos a cenar. Una gota de sudor frío me recorrió la frente. En la mesa nos sentamos por este orden: Mónica, Ana, Pablo, Mina, Juan Luis, Carlos, Jorge y Alfonso (a tomar por saco el protocolo).

De primero una merluza en su punto. De segundo, cochinillo. Estaba perfecto, la carne blandita y la piel crujiente. Cuando terminamos, Carlos, en voz baja, me dice “Hay que repetir”. “Venga, hombre, ¿estás loco?”. “¿Qué pasa, que no hay huevos?”. Pues eso, que al final repetimos de cochinillo.

Después del postre nos arrastramos como pudimos a la barra. Nada más tener en las manos la primera copa empieza a sonar el Vals. Luego las notas del pasodoble llegan a mis oídos. Lo reconozco: si ponen pasodoble me lo bailo. Toma ya. Encontré a Ana, la mujer de Jorge. Han estado dos años y medio viviendo en Melbourne y les he echado de menos. Me gustó mucho bailar con ella, aunque ella me dijera al final “no he pasado tanta vergüenza en mi vida”. Pobre.

Alfonso y yo nos cantamos unas 10 veces la canción de “la Virgen del Pilar diceee” por ser 12 de octubre. Para rematarlo cuando el pincha dejó de poner música le pedí el micrófono y la cantamos delante de toda la audiencia (si es que lo del karaoke me puede). Acto seguido hubo una avalancha sobre el micrófono. No sé muy bien si porque querían cantar como fuera el himno de los jesuitas o porque querían que dejáramos de cantar como fuera. Me escapé como pude, gritando: “yo no soy jesuita, yo no soy jesuita” (parecía una escena de los Monty Python). Apenas había conseguido salir de esa tromba humana cuando oigo a María preguntarme: “¿no cantas el himno del colegio?”.

Al terminar las copas de la boda, justo en frente nos encontramos un bar que estaba cerrando. Literalmente lo tomamos por la fuerza. Ala, a seguir de copas.
Hacía tiempo que había perdido la cuenta. Para rematar la faena, estaba hablando con Elena y con Babi cuando a Babi se le cayó el bote vacío de fanta de naranja. ¡Qué bronca me echó Elena por no agacharme! Jajajaja. Vale, ella tenía razón, no me agaché, pero debo decir en mi favor que la fanta estaba vacía, de ahí no se iba a mover y no molestaba a nadie.

Salamanca

Este puente he estado de boda en Salamanca. Se casaban Jezu (cuyo nombre real es Ignacio) y Macarena.

Ha sido un fin de semana divertidísimo. Hacía tiempo que no veía a muchos de los que estaban invitados y el reencuentro ha sido fácil y sin preguntas. Asimilando el tiempo perdido con la primera sonrisa, el apretón de manos o los besos en la mejilla.


La boda estuvo fenomenal. Se casaron que es lo importante (ahora que lo pienso, eso no está muy claro porque el expediente administrativo no llegaba hasta hoy así que civilmente igual todavía están solteros).


El convite fue de los mejores en los que he estado. El sitio, precioso (Palacio de Figueroa) y los aperitivos y la cena muy bien. La novia y las hermanas de la novia y la del novio, guapísimas. Quizá el momento álgido fue cuando las copas hicieron su efecto y todos los invitados de la boda, uno tras otro, fuimos a pedirle al "pincha" la misma canción. Cuando por fin sonaron los acordes (por llamarlos de alguna manera) de "Toda" de Jesulín de Ubrique demostramos por qué no nos hemos dedicado a la música.
Si consigo alguna foto prometo colgarla. Yo soy un desastre y nunca me acuerdo de coger la cámara.

En definitiva, el fin de semana me ha dejado exhausto. De alguna manera me ha vaciado de todo el estrés y me ha llenado de recuerdos, de sabores y olores. Lo mejor es que cuando estoy haciendo algo en el trabajo, de pronto me acuerdo de una tontería y se me escapa una sonrisa.


Siempre se dice lo mismo al despedirse pero espero no volver a perder el contacto (la vida es caprichosa y hace y deshace a su antojo, pero merece la pena hacer el esfuerzo).

jueves, 4 de octubre de 2007

La fuerza del agua



Las fotografías que acompañan este post están tomadas en Alcalá de Guadaira (Sevilla) por el Delegado de Zona de la empresa donde trabajo.
Se trata de una de las calles principales de Alcalá de Guadaira y es donde está la notaría con la que hemos firmado varias escrituras.
La notaría está en uno de los portales que se ven a la izquierda en la primera foto. Cuando me mandaron la foto no conseguía identificar el sitio (normal, solo podía fijarme en la pila de coches amontonados).

Aunque parezca mentira no es ningún montaje. En las noticias dijeron que llegaron a morir dos mujeres a causa de la riada. Es una muestra más del poder de la naturaleza (sobre todo cuando se hacen mal las cosas y se hacen viviendas en zonas en las que se embalsa agua).

martes, 2 de octubre de 2007

Los 4.000 de Navalcarbón II


No pudo ser.
A falta de 3 vueltas (1.200 m) David (el de la moto, no te fastidia) se lanzó al ataque. Aguanté el primer envite y no permití que se escapase.
A falta de 1 vuelta (últimos 400 m) volvió a pegar un hachazo. Esta vez aunque quise reaccionar no pude seguirle. intenté quitarme las zapatillas y tirárselas, pero a ver si me iban a adelantar los demás (eso, y que si fallas y no le das ya es un ridículo espantoso).
Una pena porque la carrera ha sido bastante lenta (21 minutos para 4 kilómetros).
Ahora solo me queda la consolación de que me encuentro en buena forma así que aprovecho y el día 21 de octubre corro los 10 km de CSIC (a ver si bato mi récord personal).
Ah, por si alguien dudaba.... ya hemos quedado para el año que viene. (Dioss, no aprenderé jamás).

Los 4.000 de Navalcarbón



Hoy me he levantado tarareando los acordes de "carros de fuego" y cuando he llegado a la oficina lo primero que he hecho es ponerme en youtube "eye of the tiger". Por motivación, que no se diga.

Hoy es la carrera. Si el tiempo lo permite, claro (¿He dicho ya que no me gusta el frío?).

Ah, por si alguien lo pregunta, la foto del Coyote tiene su explicación. Hemos hecho camisetas para la carrera. Hay de dos tipos: con el Correcaminos o con el Coyote. Yo he elegido al Coyote. Primero porque tengo debilidad por él (la de dinero que se habrá gastado en productos de la marca A.C.M.E.), y luego porque esta vez quiero que el Coyote consiga capturar al Correcaminos.

Los que vamos a correr somos los siguientes:

Javier V.: El favorito. Ganador del año pasado. Este fin de semana ha estado en los pirineos haciendo rutas de 7 horas en bicicleta. Ahí es nada. Angelito.

Oscar L: Un animal de 1´90 de altura y con una espalda que parece un armario de dos puertas. No desayuna Colacao sino gasolina.

Silvia T: La parte femenina. Está entre las favoritas. Para hacerse una idea, en verano en vez de ir a la playa se dedicó a hacer alpinismo (del de verdad, subiendo cinco miles).

David R: Motorista. Participa en el campeonato de España de Enduro (si no sabéis lo que es... yo tampoco pero es lo que hay). Como se le ocurra coger la moto para la carrera....

Iñaki, Roberto, Pedro y Ramón: Son el vagón de cola. El pelotón que nunca desfallece. Alguno querrá dar la sorpresa.

Silverado: ¿Qué voy a decir de mí? Lo normal es que no gane pero no me rindo sin luchar.

jueves, 20 de septiembre de 2007

De cómo meterse en un lío

Quedan 14 días. El 4 de octubre participo en la segunda edición de los 4.000 metros de Navalcarbón.
La historia de esta carrera surgió en una conversación que pudo ser más o menos así:

Javier: El otro día estuve corriendo 5 kilómetros.
David: ¿Y cuánto tardaste?
Javier: Media hora.
Silverado: Venga ya. ¿Ibas paseando o qué?

(no puedo evitar hacer comentarios como ese de vez en cuando. Es superior a mis fuerzas).

Javier: ¿Tú lo puedes hacer más rápido?
Silverado: Toma, claro. Yo hago a 4 minutos el kilómetro.
Javier: ¿En serio?

(Lo de los 4 minutos era verdad. Bueno, verdad... con 5 años menos y con 6 meses de entrenamiento. Y aquí vino mi perdición)

Silverado: ¿A que no hay huevos de hacer una carrera?

Y claro, los hubo. Un consejo: nunca compitáis con alguien que no sale por las noches, no bebe, no fuma, lleva haciendo ciclismo desde hace 10 años y tiene 50 pulsaciones en reposo. El resultado es que me metió una paliza de escándalo. Lo que me lleva a mi segunda metedura de pata.

Javier: Bueno, pues parece que he ganado.
Juan Luis: Cuestión de suerte.
Javier: ¿Suerte?
Juan Luis: ¿A que no hay huevos de repetir la carrera el año que viene?

Sí, volví a cometer el mismo error. Y sí, el día 4 de octubre echaré los higadillos y lo más seguro es que me de otra paliza. Pero de todas formas... ¿qué es la vida sin estas cosas?

(Parafraseando una canción de los Simpsons.... it´s the sauce on your steak, it´s the gin in your martini, it´s the spring in Springfield).

sábado, 15 de septiembre de 2007

De bruces con la historia

Hace poco conté que he vuelto a correr. Tengo la suerte de que mi trabajo está al lado de la dehesa de Navalcarbón, en Las Rozas (la otra cara de la moneda son los atascos para ir y volver, pero eso es otra historia). El caso es que empecé solo y poco a poco he ido convenciendo a compañeros de trabajo para que se animen a correr conmigo. El jueves llegamos a ser 8 y espero que la próxima semana se apunten dos más. Uno de los que vinieron el jueves, Pedro, vive en Las Rozas y nos contó que la dehesa de Navalcarbón fue uno de los frentes de la defensa de Madrid en la guerra civil. A medida que avanzábamos por el recorrido nos explicó que lo que yo creía que eran unas obras para canalizar agua en realidad eran trincheras del ejército republicano.
El caso es que me picó la curiosidad y buscando en internet encontré una página en la que se recoge el emplazamiento de fortines de la guerra en los lindes de la comunidad de Madrid.

Este es el enlace para quien tenga curiosidad:

Esta mañana (sábado) mi resaca y yo nos hemos ido a correr. La verdad es que en el fin de semana suelo ir al Parque de Berlín pero me picaba la curiosidad. Quería ver si se me había pasado algo por alto. Y efectivamente. Llevo un año haciendo el mismo recorrido y hoy me he dado cuenta de que paso a unos dos metros de un búnker. Es un nido de ametralladora. Cuando lo he visto me ha sorprendido. He tenido una sensación extraña al ser consciente de que hago deporte donde probablemente murió mucha gente hace unos años.
PD: no consigo subir la foto, pero en el enlace es la de "Dehesa Navalcarbon-Bunker este".

viernes, 31 de agosto de 2007

El Punto de No retorno (y no es un relato erótico)

Anoche estuve con una amiga. Primero estuvimos dando un "pequeño" paseo y luego fuimos a cenar. El caso es que nunca he sido muy amigo de los móviles y cuando voy a estar con alguien no suelo llevarlo encima. Reconozco que cuando estoy hablando con una persona y de pronto el móvil suena y se pone a hablar por teléfono me siento estúpido. No le veo el sentido a estar ahí parado, siendo testigo furtivo de una conversación personal sin poder ir a ningún sitio y poniendo cara de "qué divertido, qué entretenido, qué bien me lo estoy pasando".
Todo esto viene porque anoche al volver a casa cogí el teléfono y vi 6 llamadas perdidas y otros tantos mensajes. En ese momento es cuando tienes que decidir. El punto de no retorno. En un lado de la balanza se encuentra la responsabilidad. "No llames. Si lo haces seguro que pasa algo y tú mañana tienes que trabajar. Además, te lo has pasado muy bien. Por hoy ya vale". En el otro lado "Venga, llama, no sabes si están saliendo y además mañana es viernes". Como no puede ser de otra manera, me vi obligado a llamar.
-Alfonso., ¿qué tal?
-Ey, vente.
-¿Quiénes estáis? ¿Dónde?.
-Hemos decidido dar una cena de despedida a Paloma. Estamos en *** y vamos a un tablao flamenco en ****.
- Ufff, bueno, venga, una copa y me voy.
Como se puede apreciar soy difícil de convencer. Cuando llegué al tablao (no se admiten preguntas de por qué se les ocurrió ir al tablao) me encontré con cuatro amigos con una camiseta que hicimos el año pasado cuando se casó una amiga nuestra en la que delante ponía "Vero se casa" y detrás ¿Qué hemos hecho mal? En este caso habían tachado con rotulador el nombre de "Vero" y habían escrito "Paloma". Sí... no se puede ser más cutre, pero al mismo tiempo es sencillamente genial. No podía evitar morirme de risa al verlo.
Por supuesto, dado el estado etílico de mis amigos y de Paloma no nos dejaron pasar y nos fuimos al bar de al lado. Primero una copa y luego otra (esta es la última que mañana madrugo). Después aparecieron tres amigas más. Otra copa. Y así hasta las tantas de la madrugada. Consecuencia: una resaca de esas en las que parece que todos los que tocan los bongós, djembés y demás tambores en el Retiro han decidido instalarse en tu cerebro y no parar hasta que las manos se les queden en los huesos.
Y por supuesto según he llegado a mi sitio me estaba esperando un director con el primer "asunto urgente" del día: un contrato de nosécuántapasta que tiene que estar preparado a las 12:00 am. Y yo con estos pelos. Aquí estoy, escribiendo esto porque no puedo ni pensar en el esfuerzo que va a suponer concentrarme y dejar de escuchar a los tambores del Retiro.

Las consecuencias se pagan....

lunes, 27 de agosto de 2007

Realidad y Ficción

De vez en cuando ocurre una casualidad que hace que esboce una sonrisa. Otras veces esas casualidades son tan extrañas que en vez de una sonrisa el gesto que provocan es de extrañeza o suspicacia. Después de ver el Show de Truman, esa peli en la que la vida de una persona es un programa de televisión sin que él lo sepa, pienso que esas coincidencias simplemente son fruto de la escasa imaginación del guionista de mi vida. Prueba de esa escasa imaginación es que hay películas que se repiten en la vida real. Este fin de semana apareció una curiosa noticia en el periódico. "Constable estaba dentro de Turner": Un ayudante de bibliotecario de la Bliblioteca Británica encontró a principios de año un boceto original de Constable en una vieja biografía de Turner. Una vez que se aseguró que era auténtico lo ha hecho público.


Pues bien, ese es el mismo argumento de una película. Se llama "Possession". Un norteamericano en prácticas encuentra correspondencia amorosa inédita entre un poeta (casado) con una poetisa.

A lo mejor es normal que esta historia se repita y que sea corriente que un bibliotecario realice un descubrimiento como ese. Hace que la profesión de bibliotecario parezca tan interesante como la de un profesor de historia que se dedica a encontrar reliquias (Va por ti, Indi).


Para quien no haya visto la película de Possession se la recomiendo. Como siempre, en versión original.

viernes, 17 de agosto de 2007

Una carrera ciclista

En la oficina hay un director que tiene toda mi admiración. Se llama Manuel. Padece Parkinson y tiene 40 años. Le conocí en el verano de 2005, cuando entré a trabajar en esta empresa y en seguida noté que tenía un problema motriz. No caminaba bien, no era capaz de coger ni un papel con las manos y su cara era inexpresiva.

Durante dos años he observado su deterioro constante. Cuando le conocí apenas faltaba un día cada dos meses, ahora hay temporadas en las que apenas viene dos días al mes a la oficina. En una ocasión me comentó que el peor momento era levantarse por las mañanas. A veces se despierta sin recordar que tiene Parkinson y cuando intenta levantarse el cuerpo no le responde. Hasta que la medicación le hace efecto no puede valerse por sí mismo.

A principios de año decidió que era hora de que la gente supiera lo que le pasaba sin que hubiera necesidad de andar preguntándole al compañero de al lado. Colgó un artículo en la intraweb de la empresa. Como es muy aficionado al deporte hizo una metáfora con el ciclismo. Decía que todas las vidas son una carrera y que la suya es una carrera corta que termina en lo alto de la montaña. Me pareció muy hermoso. Es una persona agradable y que trata de hacer lo que le gusta afrontando el obstáculo que se le ha presentado.

Lo que más me sorprende es su dedicación al trabajo. La gente que le conocía antes de la enfermedad dice que siempre ha sido un adicto al trabajo. Pero incluso ahora tiene instalado un puesto de teletrabajo para cuando la enfermedad no le deja ir a la oficina. Tanto es así que fue ascendido en el mes de julio y ahora es el segundo en el escalafón detrás del director general.

Siempre pienso que si estuviera en su situación yo no trabajaría, pero eso es lo que a él le hace seguir disfrutando del día a día y como él dice “la vida es demasiado corta para no hacer lo que uno quiere”.

Desde aquí, un abrazo enorme.

sábado, 11 de agosto de 2007

Estrellas de última hora

Hoy he visto en "El Pais" la noticia sobre la lluvia de estrellas. Os pongo el principio de la noticia:
"Aunque ya se pueden ver espectaculares estrellas fugaces en pequeño número todas las noches, el máximo de las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo se dará en la madrugada del lunes próximo. La ausencia de luna contribuirá a este espectáculo que se repite todos los años, cuando la Tierra atraviesa el polvo dejado por el cometa Swift-Tuttle, descubierto en 1.862 y que da una vuelta al Sol cada 130 años. Las partículas brillan al entrar en la atmósfera terrestre y quemarse".
Mi consejo es que aprovechéis hoy y mañana que no va a haber nubes. Anoche me subí a la azotea de la casa de caraquiz y estuve media hora mirando al cielo (eran las dos de la madrugada) y ya pude ver varias estrellas fugaces.
Ah, y por supuesto, nada de prismáticos.

viernes, 10 de agosto de 2007

Mirad arriba que caen... estrellas


Hace 15 años un primo mío que era aficionado a la astronomía me regaló un planisferio celeste. Así fue cómo poco a poco empecé a conocer las constelaciones. Primero las más sencillas de reconocer, las dos "osas". Luego conocí al "boyero" (aunque yo la llamo "la cometa") y la "corona boreal". Más tarde encontré a "pegaso", "sagitario", "escorpio" y muchas más.



Parte de esa afición es ver de vez en cuando estrellas fugaces y la mejor oportunidad para hacerlo es en agosto. Cada año (11 y 12 de agosto) la tierra atraviesa el polvo cósmico dejado por un cometa. Es probable que aparezca en las noticias como "Perseidas" porque teóricamente se ven mejor en el cuadrante de la constelación de Perseo.



Para quien quiera disfrutar de estas dos noches le doy unos consejos: El primero, huir de la luz. Hay que evitar la contaminación lumínica como sea. Cuanta más luz tengas a tu alrededor menos cielo verás y menos estrellas. El segundo consejo es paciencia. Ha habido años en los que durante una hora no vi una sola estrella fugaz y de pronto en media hora pude ver más de 50. Cuando eso ocurre merece la pena. El tercero es que es mejor estar acompañado. La noche de perseidas es una noche mágica y también se producen conversaciones mágicas. Por último, si en las noticias os dicen que tenéis que mirar a la constelación de Perseo no hagáis caso. Lo mejor es relajarse, mirar arriba y disfrutar. De todas formas, por si alguien quiere encontrar Perseo, está al este de casiopea (es muy fácil de reconocer porque está a la derecha de la osa menor, la de la estrella polar, y tiene forma de W).


miércoles, 8 de agosto de 2007

Un rincón del alma

Anoche no podía dormir. Empecé a pensar en muchas cosas y en ninguna en particular. De pronto recordé que dentro de una semana es la “lluvia de estrellas”. Ya sé que también se llaman “perseidas” o “lágrimas de San Lorenzo”, pero prefiero llamarla lluvia de estrellas. El siguiente pensamiento que tuve fue que hace mucho tiempo que en esa fecha no estoy en la playa. Y de pronto un nombre se coló en la oscuridad de mi habitación. Icíar. Dios mío. Hace tanto que no lo escuchaba, tanto tiempo. Ella fue mi primer amor. No hace falta decirlo, pero el primer amor no es la primera persona a la que quieres ni a la que le das el primer beso. Al menos no lo fue en mi caso.

La conocí cuando los dos teníamos 16 años. Era una de las mejores amigas de Marta, la novia de Carlos, mi compañero de clase. Aunque parezca la típica historia, fue amor a primera vista. Desde el primer día nos pasamos horas hablando juntos y bailando. (Con ella aprendí que no puedes llevar a una chica que quieres conquistar a cenar al McDonalds y mucho menos tomar una hamburguesa triple con mayonesa y ketchup chorreando por los bordes). Al poco tiempo yo quería decirla que la quería pero no sabía cómo hacerlo, cómo decir que lo que sentía por ella no se parecía en nada a todo lo que había sentido hasta entonces.

Decidí comprarla un colgante y regalárselo. (Pensad en un chaval de 16 años regalándole un collar a una chica con la que no está saliendo). El caso es que llegó el momento en que estuvimos solos y después de estar charlando un rato se lo regalé. Ella salió corriendo. Literalmente. El tiempo se detuvo para mí. La sangre parecía que no circulaba por mis venas. Sentí frío. Y deseé que mi corazón se rompiera de verdad.

A los pocos días Quedé con Marta y Carlos. También estaba ella con dos amigas suyas. Compuse una máscara que dibujaba una sonrisa donde sólo había lágrimas. Hubo un momento en el que Icíar y yo nos quedamos solos. Yo fui cobarde y ni siquiera la miré a los ojos. No era capaz de hacerlo. Hablé del tiempo que hacía y de cosas insustanciales. Ella no dijo nada y a los cinco minutos volvimos a estar acompañados.

Volví a verla al cabo de unos seis meses. Estaba saliendo con un chico. Esa noche no pude evitar llorar hasta que no me quedaron lágrimas.

Más tarde Marta me contó que el día que le regalé el colgante Icíar no supo cómo reaccionar. Luego me compró un regalo a mí y el día que volvimos a quedar fue porque ella me lo quería dar. Pero no se atrevió a hacerlo.

El azar quiso que una de sus amigas se encontrara al cabo de unos años con un amigo de la playa. Se casaron hace cuatro años. El verano que me dijeron que se casaban, la novia de mi amigo me miró y se quedó callada. Luego dijo:

“¿Sabes que Icíar se casa también este año?”.

¿Cómo es posible que después de más de 12 años todos los sentimientos volvieran de nuevo? Me quedé petrificado. Sin poder hablar. Intentando disimular (siempre intentando disimular). “Se casa con su novio de siempre”.

Nunca la he vuelto a ver, sin embargo siempre me he preguntado si no me dio el regalo que compró porque mi máscara funcionó demasiado bien. Lo único en lo que anoche pude pensar es que espero con toda mi fuerza que ella sea feliz.

No sé por qué me he acordado de esta historia. Es curioso cómo el actúa el corazón. Cualquiera que haya querido de verdad sabe que nunca se quiere igual dos veces. No se quiere menos, sino que se quiere de forma diferente. Yo he vuelto a amar varias veces después de eso (no muchas, dos ó tres) y siempre ha sido distinto. También espero volver a hacerlo.

PD: Esta historia parece más triste de lo que es en realidad. Cada uno somos la suma de lo que hemos vivido, lo que podríamos haber sido, lo que deseamos ser y lo que en realidad somos.

Sol de invierno


Sé que a mucha gente le gusta que en verano refresque y bajen las temperaturas. Sé que a mucha gente le gusta ponerse una rebeca o un jersey por la noche. Yo en cambio no lo soporto. No debería ser así, pero el tiempo influye en mi estado de ánimo. A lo largo de los años he conseguido que no me importe el frío en invierno (he dicho que no me importa, no que lo disfrute). También he conseguido sonreír cuando abro la ventana y veo que llueve. Pero lo que soy incapaz de aceptar es que haga mal tiempo en verano. Hoy ha sido el tercer día que a partir de las 14:00 se ha nublado y no ha vuelto a salir el sol en toda la tarde. Ya sé que puede parecer absurdo, pero al menos en verano necesito el sol y el calor (cuanto más mejor). Yo soy así. De alguna forma siento que el sol me carga de energía para el resto del año.

Así que ya sea Ra, Hiperión, Apolo, Yahvé o el electricista de turno que esté de guardia (según un cura que me suspendió religión en el colegio esto sería un peaso de blasfemia), por favor, que ponga el interruptor en “sol de verano”.

jueves, 26 de julio de 2007

Una canción

El viaje a Galicia duró 6 horas. Mi padre y yo solos en su coche, turnándonos para conducir. Puede sonar extraño pero no recuerdo haber estado tanto tiempo conversando con él. Es la persona que más admiro. Para que os hagáis una idea de cómo es, hace años ocupó un puesto bastante importante que le daba acceso a diversos "negocios" y a recibir "favores" que, siendo legales, no podrían considerarse éticos. Al cabo del tiempo, le sustituyó un amigo suyo al que también tengo mucho cariño. El caso es que este amigo suyo en apenas cinco años solucionó el resto de su vida y la de sus hijos con esos negocios y favores. Un día le dije a mi padre "y pensar que podrías haber tenido todo ese dinero...". El se rió, con esa risa que tiene que es alegría sin mezcla de ninguna otra cosa, y me dijo "cuando quiero dormir, solo tengo que cerrar los ojos. Hagas lo que hagas, asegúrate de que cuando quieras dormir puedas hacer lo mismo que yo".

Creo que ha sido la única vez que me ha dado un consejo.

Pero no quería hablar de eso. Para el viaje se hizo varios Cds de música (sí, he conseguido que aprenda a bajar música y a grabarla). Charlando me dijo cuáles habían sido sus canciones favoritas. Hay una que no consigo encontrar y hasta que no le vea no podré saber cuál es, pero aquí dejo otra. Se trata de "Gigi l´amoroso". Está en francés y por lo poco que entiendo debe ser un Don Juan de cuidado. Confieso que acabó gustándome y que la he incluido en mi rincón de canciones que me hacen feliz.

http://www.youtube.com/watch?v=fkq2COPe6XU

miércoles, 25 de julio de 2007

Todo pasa y todo queda

Antes de nada, voy a hablar de Harry Potter y aunque no voy a comentar nada del contenido de la trama ni de los personajes, quien no quiera saber absolutamente nada del libro... que no siga leyendo.


Pues eso, que acabo de terminar de leer "Harry Potter and the Deathly hallows". En realidad digo mal, no he leído las últimas páginas. Se trata de un epílogo y no me gustan. No me gustan en las películas y no lo soporto en los libros. No me gustan porque prefiero imaginar, fantasear y hacerme mi propia historia. A veces me creo tanto lo que imagino que con el paso del tiempo los recuerdos se mezclan y no puedo separar lo que leí de lo que imaginé, de tal forma que el libro y lo que yo creé a partir de él son una sola cosa. Por eso no me gustan los epílogos. "19 años despues"? Yo no quiero que nadie me diga qué pasa 19 años después de que termine la historia. Eso es cosa mía (a decir verdad, antes de empezar este libro ya tenía montada toda la vida de los personajes después de que dejaran Hogwarts). En definitiva, que he terminado el libro pero me niego a leer esas últimas páginas.
En cuanto a lo demás... uffff, he reído y he llorado. Me dio rabia darme cuenta de lo que iba a pasar bastante antes de que ocurriera (y por lo que alguien me dijo el martes por la noche, creo que le va a pasar a mucha gente), pero en general me ha gustado mucho. Desearía poder volver a leer el libro sin saber nada de lo que ocurre para volver a sentir todas las emociones!!.
Nada más, me voy, que creo que algo está golpeando en mi ventana y puede ser una lechuza.
Ah, y gracias de todo corazón, J.K.

ALEA JACTA EST

Me voy a la Notaría a la firma en la que he estado trabajando los últimos meses.


Sólo espero que el despacho de abogados del que ya he hablado antes no me de una última sorpresa.


Me siento como César al cruzar el Rubicón. Ya no hay vuelta atrás.

martes, 24 de julio de 2007

Sueño

El domingo, nada más llegar de Galicia, mi hermana me regaló el último libro de Harry Potter. No lo podía creer. Tenía en mis manos el final de la historia. ¡Han pasado tantos años desde que un amigo practicamente me obligó a leer el primer libro de la saga!. Llevo dos días acostándome a las tres y pico de la mañana porque no puedo dejar de decir "un poco más y lo dejo, que mañana hay que levantarse a las 7", y así una y otra vez hasta que los ojos se cierran por el cansancio.

Me quedan unas doscientas páginas para terminarlo. Ahora viene lo peor. Esa sensación de querer devorar las páginas que quedan, de volar sobre ellas, leerlas como hacía aquel robot de "cortocircuito" y al mismo tiempo el vacío, el miedo a terminar y saber que no, no habrá nada después.

lunes, 23 de julio de 2007

Canto a Galicia

He vuelto. Una semana después y con las pilas cargadas. Y eso que Galicia no es precisamente mi destino preferido para pasar el tiempo en la playa. Quizá por eso el destino ha querido que con este sean ya ocho los años que he veraneado (si es que una semana se puede llamar veranear) en Galicia.

Hacía 15 años desde la última vez que estuve en la tierra do miño. Cómo ha cambiado todo. Para empezar la autopista llega hasta Pontevedra (los gallegos siguen conduciendo igual, eso no cambia) y los pequeños pueblos de costa ahora son enormes centros urbanos.

En cuanto al tiempo, lo de siempre. Tres días de diluvio universal y tres días de sol. Las temperaturas rondaban los 17-20 ºC y el agua del mar.... congelada.

En mis razonamientos no cabe ir a la playa y no bañarse, así que, decidido, me dirigí hacia el agua. Había decidido correr y tirarme de cabeza. Esa era mi intención hasta que mis pies tocaron la orilla y cambié de idea. Me paré en seco. Esperé a que la sangre volviera a circular y poco a poco, sufriendo, conseguí meterme hasta las rodillas. Decidí rendirme y me di la vuelta. Ante mi sorpresa, toda la gente que paseaba me estaba mirando. Normal. Era el único "valiente" que se atrevía a bañarse. O casi. ¿Qué hacer? Como el orgullo es un acicate (es estúpido, lo sé), decidí no defraudar a mi improvisada afición. Sin dudarlo me dejé caer de espaldas rezando para que no me diera una hipotermia. Aguanté casí diez segundos haciendo como que nadaba y salí despacio del agua (porque del frío me dio un tirón en los gemelos) recibiendo las miradas de la gente como si hubiera ganado una medalla de oro en los juegos olímpicos.

Y eso es todo, bueno, eso y las nécoras, mejillones, almejas, berberechos, navajas, gambas, langostinos xoubas, xurelos, pulpos, vieiras y demás que me he metido entre pecho y espalda