En la oficina hay un director que tiene toda mi admiración. Se llama Manuel. Padece Parkinson y tiene 40 años. Le conocí en el verano de 2005, cuando entré a trabajar en esta empresa y en seguida noté que tenía un problema motriz. No caminaba bien, no era capaz de coger ni un papel con las manos y su cara era inexpresiva.
Durante dos años he observado su deterioro constante. Cuando le conocí apenas faltaba un día cada dos meses, ahora hay temporadas en las que apenas viene dos días al mes a la oficina. En una ocasión me comentó que el peor momento era levantarse por las mañanas. A veces se despierta sin recordar que tiene Parkinson y cuando intenta levantarse el cuerpo no le responde. Hasta que la medicación le hace efecto no puede valerse por sí mismo.
A principios de año decidió que era hora de que la gente supiera lo que le pasaba sin que hubiera necesidad de andar preguntándole al compañero de al lado. Colgó un artículo en la intraweb de la empresa. Como es muy aficionado al deporte hizo una metáfora con el ciclismo. Decía que todas las vidas son una carrera y que la suya es una carrera corta que termina en lo alto de la montaña. Me pareció muy hermoso. Es una persona agradable y que trata de hacer lo que le gusta afrontando el obstáculo que se le ha presentado.
Lo que más me sorprende es su dedicación al trabajo. La gente que le conocía antes de la enfermedad dice que siempre ha sido un adicto al trabajo. Pero incluso ahora tiene instalado un puesto de teletrabajo para cuando la enfermedad no le deja ir a la oficina. Tanto es así que fue ascendido en el mes de julio y ahora es el segundo en el escalafón detrás del director general.
Siempre pienso que si estuviera en su situación yo no trabajaría, pero eso es lo que a él le hace seguir disfrutando del día a día y como él dice “la vida es demasiado corta para no hacer lo que uno quiere”.
Desde aquí, un abrazo enorme.
Durante dos años he observado su deterioro constante. Cuando le conocí apenas faltaba un día cada dos meses, ahora hay temporadas en las que apenas viene dos días al mes a la oficina. En una ocasión me comentó que el peor momento era levantarse por las mañanas. A veces se despierta sin recordar que tiene Parkinson y cuando intenta levantarse el cuerpo no le responde. Hasta que la medicación le hace efecto no puede valerse por sí mismo.
A principios de año decidió que era hora de que la gente supiera lo que le pasaba sin que hubiera necesidad de andar preguntándole al compañero de al lado. Colgó un artículo en la intraweb de la empresa. Como es muy aficionado al deporte hizo una metáfora con el ciclismo. Decía que todas las vidas son una carrera y que la suya es una carrera corta que termina en lo alto de la montaña. Me pareció muy hermoso. Es una persona agradable y que trata de hacer lo que le gusta afrontando el obstáculo que se le ha presentado.
Lo que más me sorprende es su dedicación al trabajo. La gente que le conocía antes de la enfermedad dice que siempre ha sido un adicto al trabajo. Pero incluso ahora tiene instalado un puesto de teletrabajo para cuando la enfermedad no le deja ir a la oficina. Tanto es así que fue ascendido en el mes de julio y ahora es el segundo en el escalafón detrás del director general.
Siempre pienso que si estuviera en su situación yo no trabajaría, pero eso es lo que a él le hace seguir disfrutando del día a día y como él dice “la vida es demasiado corta para no hacer lo que uno quiere”.
Desde aquí, un abrazo enorme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario