viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Aceptas una apuesta?

No sé si alguien recordará el día que me puse a pintar el salón de mi casa. El post se titulaba “el peor día de mi vida”. El título es el más acertado que he puesto jamás.

Aquello fue una conjunción de “no hay huevos” (frase que será mi perdición toda la vida) y mi cabezonería (en realidad no soy cabezón, soy… testarudo, que suena mejor).

Para ilustrar mejor que fue horrible, baste decir que en una columna tengo pintada de negro una farola (en plan como un vinilo decorativo). Esa farola no dio tiempo a rematarla y después de dos meses todavía está pendiente de que termine de pintar de blanco alrededor.

El caso es que cada vez que recuerdo aquel día todavía se me ponen los pelos de punta, una gota de sudor frío me recorre la sien y el corazón parece que deja de latir durante unos segundos.

Justo antes de las vacaciones decidí hacer una apuesta con “P” para perder peso. Sí, no fue idea mía, fue de “P”. Al parecer, debía sentir vergüenza ajena al verme gordo como una vaca y utilizó la siguiente táctica:

- Ejem…. ¿Qué te parece si hacemos una apuesta?
- ¿Una apuesta? ¿Una apuesta? Claro que sí!!! Voy a ganar!!!
- ¿Estás seguro?
- ¿Qué si estoy seguro? Voy a ganar de calle, jajajajaja.

Nótese que una vez que me habían propuesto hacer una apuesta, mi gen ludópata había dominado mi mente y estaba convencido de ganar sin ni siquiera saber la apuesta. Es lamentable…. Lo sé.

-Vale. La apuesta es la siguiente. Hoy nos pesamos y el que más peso pierda en una semana , gana.

En ese momento empecé a dudar. Adelgazar?? Con lo que me gustan los callos, los chuletones, la tortilla de patatas, la oreja de cerdo, las costillas, las hamburguesas…. – Vale. Acepto. No hay problema.

- Espera, que aún hay más. El que pierda… -En ese momento “P” esbozó una sonrisa diabólica- El que pierda… tendrá que pintar la farola.
(….)

Casi me da un infarto. Dios, juro que pude ver el túnel con la luz al fondo, en plan una experiencia extracorpórea. No es que el corazón me diera un vuelco, es uqe directamente dejó de latir.
Cuando me recobré, después de una hora o dos, intenté hablar, pero sólo conseguía balbucear sílabas inconexas: -que… si… ar… be… yo.. tor…

“P” se me quedó mirando. Ahora no era una sonrisa esbozada, era una carcajada en toda regla…. Y entonces, dijo la frase:

- Qué pasa, ¿es que no hay huevos?

Fue como un resorte. Juro que no quería decir que sí. Yo no quería… no quería.

- SÍ. Acepto. Te voy a machar, voy a ganar, no voy a comer en siete días.
- Alto, para el carro. Las condiciones de la apuesta son que no se pueden saltar comidas. Hay que cumplir con el desayuno, comida y cena. Además, hay que comer sano, no vale hacer una dieta a base de proteínas ni nada por el estilo.
- Vale, lo que digas. Trato hecho.

Cuando me di cuenta de lo que estaba en juego…. Estuve una semana entera comiendo y cenando el siguiente menú:

- Desayuno: agua y tres galletas light
- Comida: Una ensalada con los siguientes ingredientes: Un Tomate con Una cebolla y Un cuarto de pimiento con una pizca de mayonesa light.
- Cena: Una ensalada con Un tomate, una ensalada y una pizca de mayonesa light. Después un cuarto de sandía.

Así siete días. Todo por no volver a pintar en mi %&%$@ vida.
Al final gané la apuesta.

Pero no contaba con lo listas que son las mujeres. Hace dos semanas me hizo el truco:

- ¿Hay huevos para hacer otra apuesta?
- Claro!!!!

Sí, es cierto. No aprenderé jamás.

La nueva apuesta es un doble o nada. Ahora es el que pierda más peso en un mes. Quedan dos semanas y no perdido ni doscientos gramos. Porca miseria. Encima, el viernes fui al cine… tenían palomitas de caramelo… y lo que es peor… por 1 euro más daban un kit kat y otra chocolatina… Cabrones… me compré el cubo gigante de palomitas, el kit kat, la chocolatina y no me pedí los nachos con queso porque no me cabían en la mano!!