martes, 4 de septiembre de 2007

Los tenistas que van a salir a la pista central de Wimbledon se encuentran con una inscripción que es parte de este poema de Rudyard Kipling.

IF
If you can keep your head when all about you
are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you
but make allowance for their doubting too,
If you can wait and not be tired by waiting,
or being lied about, don't deal in lies,
or being hated, don't give way to hating,
and yet don't look too good, nor talk too wise:


If you can dream--and not make dreams your master,
if you can think--and not make thoughts your aim;
if you can meet with Triumph and Disaster
and treat those two impostors just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
twisted by knaves to make a trap for fools,
or watch the things you gave your life to, broken,
and stoop and build 'em up with worn-out tools;

If you can make one heap of all your winnings
and risk it all on one turn of pitch-and-toss,
and lose, and start again at your beginnings
and never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
to serve your turn long after they are gone,
and so hold on when there is nothing in you
except the Will which says to them: "Hold on!"


If you can talk with crowds and keep your virtue,
or walk with kings--nor lose the common touch,
if neither foes nor loving friends can hurt you;
if all men count with you, but none too much,
if you can fill the unforgiving minute
with sixty seconds' worth of distance run,
yours is the Earth and everything that's in it,
and--which is more--you'll be a Man, my son!


Este fin de semana he estado viendo los mundiales de Atletismo que se han celebrado en Osaka. Reconozco que siempre me ha gustado correr. Tanto que hace años intenté correr el maratón de Madrid. Estuve entrenando 5 meses. La mala fortuna quiso que tuviera una lesión que me impidió entrenar durante el mes anterior al maratón. A pesar de eso, sabiendo que no estaba en la mejor forma posible quise intentarlo.
Las sensaciones se fueron sucediendo de forma vertiginosa. Al comienzo, son los nervios los que te dominan al estar rodeado de miles de personas con una sonrisa en los labios y la mirada asustada por lo que queda por delante. Cuando suena el pistoletazo de salida las piernas parecen de mantequilla hasta que finalmente empiezas a correr.
Lo que es sorprendente es cómo aprendes a escuchar a tu cuerpo. Cómo de pronto empieza a sudar hasta que se acostumbra al esfuerzo, cómo encuentras energías cuando crees estar agotado y te vuelves a sentir cómodo corriendo.
En mi caso, hasta el kilómetro 30 todo iba bien. Mantenía un ritmo razonable y el cansancio no era excesivo. Pero de pronto, al subir una pequeña cuesta parecía que estaba escalando una montaña. Cada zancada suponía un esfuerzo enorme. En los 10 kilómetros hasta llegar al 40 empleé el mismo tiempo que en los 30 anteriores. Me dolía todo. Ya llevaba más de cuatro horas corriendo. Las uñas de los pies se me clavaban, tenía rozaduras en las partes del cuerpo que tocaban la ropa, las piernas no me respondían. A pesar de todo una voz en la cabeza seguía diciendo "calma, un poco más, un poco más. No queda nada".
Cuando llegué al kilómetro cuarenta decidí pararme para que las asistencias me dieran un masaje y así poder terminar la carrera. Ese fue el peor error que cometí. Cuando dejé de correr me caí al suelo. Tenía todos los músculos agarrotados y fuera de su sitio. Imposible continuar. Ni siquiera a gatas.
El año pasado volví a participar en carreras de 10 km. y este invierno tengo intención de probarme en los 20 km. No sé si tendré valor para intentar otra vez el maratón.
Por eso admiro tanto a los atletas. Porque son verdaderos deportistas. Porque llegar a participar en unos mundiales (y no digamos ya unos juegos olímpicos) únicamente está al alcance de aquellos que sacrifican sus vidas al deporte, a una continua lucha contra su propio cuerpo y una capacidad de superación personal fuere de toda medida. Porque el atletismo, al contrario que el fútbol, el baloncesto, la fórmula 1 o el golf apenas da dinero para llevar una vida sin demasiados gastos. Porque ellos sí se enfentan con el triunfo y con el desastre cuando van a competir.

2 comentarios:

H dijo...

qué te pasa en el blog, cielo? estoy en paris, en el ùnico ordenqdor del hotel, con un teclado surrealista... creo que no puedo hacerte de teleasistente!!!

besitos,

henar

Silverado dijo...

Ya sé lo que es. Me han dado un ordendor provisional mientras me arreglan el mío. A parte de ser una castaña del 2002, tiene un sistema de privacidad que no me deja meterme en el blog.
Así que nada. Lo actualizaré desde casa.