Quedan 14 días. El 4 de octubre participo en la segunda edición de los 4.000 metros de Navalcarbón.
La historia de esta carrera surgió en una conversación que pudo ser más o menos así:
Javier: El otro día estuve corriendo 5 kilómetros.
David: ¿Y cuánto tardaste?
Javier: Media hora.
Silverado: Venga ya. ¿Ibas paseando o qué?
(no puedo evitar hacer comentarios como ese de vez en cuando. Es superior a mis fuerzas).
Javier: ¿Tú lo puedes hacer más rápido?
Silverado: Toma, claro. Yo hago a 4 minutos el kilómetro.
Javier: ¿En serio?
(Lo de los 4 minutos era verdad. Bueno, verdad... con 5 años menos y con 6 meses de entrenamiento. Y aquí vino mi perdición)
Silverado: ¿A que no hay huevos de hacer una carrera?
Y claro, los hubo. Un consejo: nunca compitáis con alguien que no sale por las noches, no bebe, no fuma, lleva haciendo ciclismo desde hace 10 años y tiene 50 pulsaciones en reposo. El resultado es que me metió una paliza de escándalo. Lo que me lleva a mi segunda metedura de pata.
Javier: Bueno, pues parece que he ganado.
Juan Luis: Cuestión de suerte.
Javier: ¿Suerte?
Juan Luis: ¿A que no hay huevos de repetir la carrera el año que viene?
Sí, volví a cometer el mismo error. Y sí, el día 4 de octubre echaré los higadillos y lo más seguro es que me de otra paliza. Pero de todas formas... ¿qué es la vida sin estas cosas?
(Parafraseando una canción de los Simpsons.... it´s the sauce on your steak, it´s the gin in your martini, it´s the spring in Springfield).
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3 comentarios:
Le estaré esperando en el punto de avituallamiento...
Volveré.
Genial. (Si pasa él primero... no le des nada. Que sufra).
Lo que sí te pido es que cuando termine la carrera, pase lo que pase, no me dejes volver a hacer la dichosa pregunta de marras y tener que volver a hacer lo mismo el año que viene.
Vuelve pronto.
Yo te pido que no me hagas correr. Es que llevar muerta desde 1851 me ha dejado con una leve rigidez articular.
(Al contrincante, ni agua ni poemas).
Volveré.
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