lunes, 8 de junio de 2009

Tengo el corazón contento (II)

El cielo amenazaba lluvia. Durante todo el día se habían alternado los claros con las nubes y la lluvia parecía esperar el peor momento para hacer acto de presencia. Ya se sabe, la Ley de Murphy: si algo puede ir mal… irá mal.

Pero no en la boda de L*** y S****. La novia pudo entrar y salir de la iglesia sin el menor problema y durante el convite quien quiso pudo disfrutar del aire libre y las maravillosas vistas del campo de golf.

La boda fue concisa. El cura no se extendió en su sermón y se agradeció (habíamos empezado diez minutos tarde al tener que esperar para entrar a la iglesia). La nota diferente de la ceremonia fue que para el ritual del matrimonio (consentimiento, anillo y arras) el cura pidió a los testigos de la boda que nos acercáramos e hiciéramos un semicírculo alrededor suyo y de los novios. Ya fuera porque nunca habíamos visto eso, porque a la gente le daba vergüenza o porque simplemente tuve suerte, me vi situado prácticamente delante de los novios. Como durante ese ritual siempre se les ve de espaldas o, como mucho, de lado, verles frente a frente y observar sus gestos y poder sonreírles cuando levantaban la mirada, me gustó muchísimo y me hizo sentir muy alegre y participar de alguna manera en la ceremonia.


El cocktail fue abundantísimo. Para mí, lo mejor, los pimientos, unas tartaletas de noséqué que sabían a gloria pura, el jamón y el foie.

Por cierto, “el montañés”, sin encomendarse a nadie, en medio del cocktail, decidió que era un momento ideal para sujetar la coca cola sin usar las manos, con el hombro y la cabeza. El resultado, por supuesto, fue que se tiró la copa encima. Eso sí, consiguió que el resto lloráramos de la risa. Este tipo de detalles la gente no sabe apreciarlo, por eso es justo reconocer los esfuerzos de los demás para hacer que la gente se lo pase bien. Muchas gracias, montañés.

En la cena, mi mesa era “mesa de solteros/as” lo que provocó que desde el primer minuto se estuvieran lanzando cargas de profundidad del tipo:
- Fulanito, ¿qué tal tu novia? (nótese que fulanito hace más de 6 meses que no ha conocido mujer)
- ¿Cómo? ¿No te lo dije? La dejé el mes pasado. Y tus hijos, ¿qué? ¿todos bien? (naturalmente, menganito ni tiene hijos conocidos ni sin conocer)

Y así toda la cena. En cuanto uno se descuidaba ya había alguien al quite. El único frente común entre los chicos fue cuando salió a relucir “el problema vasco” o lo que es lo mismo: “pillar en el País Vasco no es pecado. Es milagro”.

La cena consistió en dos platos y postre. El primer plato fue el mejor mero que he probado nunca y el segundo solomillo que, estando bueno, no pudo compararse con el pescado que había sido, sencillamente, superior.

Para abrir el banquete los novios aparecieron al son de “Mi gran noche” de Raphael. ¿Cómo explicar las buenas sensaciones, la alegría que transmitió escuchar esa canción y ver llegar a L*** y S*** bailando?

Hoy para mi es un día especial.
Hoy saldré por la noche.
Podré vivir lo que el mundo nos da
cuando el sol ya se esconde.





El baile empezó sin dar tiempo a que la gente se cansara de estar en las mesas. Esto yo lo agradezco especialmente. Me cansa mucho las bodas en las que se sirve café y después de media hora un licor y después de una hora se abre el baile. Aquí fue como a mí me gusta: café y copa a la vez (para quien tome) y sin dar tiempo de que la gente se lo termine… al vals.

El baile, como toda la boda, fue muy divertido. La música pachanguera sin caer en el mal gusto ni lo chabacano y mezclada con temas actuales. El pincha a pesar de tener micrófono apenas quiso acaparar protagonismo, lo que también se agradece.

Y cómo no, hay que hablar del “Chunari”. Hace tres semanas S**** nos pidió que ensayáramos un baile al estilo Bollywood. Naturalmente si la novia te pide que en su boda hagas el pino y luego haga un tirabuzón doble con carpado incluid… lo haces.

El caso es que salió razonablemente bien. Habría salido mejor si un tío con gafas y que ya estaba tajado como un piojo a las doce de la noche no se hubiera metido en medio. Y no lo digo porque no se supiera la coreografía sino porque además le propinó un codazo a una de las amigas de S*** que yo pensé que habría que llevarla a urgencias. Debo decir que ella, a pesar delque casi sale volando del golpe, ni se inmutó. Siguió el baile como si nada, así, con un par.

Todavía no tengo imágenes del baile, pero AQUÍ se puede ver el ensayo que hicimos. ¡¡Sé que mis amigos me matarán por colgar este video!! Jajajajaja!

Cuando terminó el baile nos fuimos al “Image”. Se trata de una discoteca de lo más peculiar. No he visto tal concentración de droga en mi vida. Quizá lo más cercano que conozco se trata de “fabrik” otra discoteca que está en Colmenar de Oreja. Vamos, que lo mejor de cada familia se encuentra en esos sitios.

Baste decir que, como iba con chaqué, más de 10 personas me felicitaron por casarme. A los primeros les explicaba que no, que simplemente era un testigo. Después de la tercera explicación les daba las gracias y a volar.

Al día siguiente, volvimos a comer de pintxos por Getxo y no podía dejar de cantar una de las canciones de la boda que reflejaba mi estado de ánimo:

Tengo el corazón contento,
el corazón contento
y lleno de alegría.




2 comentarios:

Silverado dijo...

Para quienes están preguntando y por si no quedó bien claro:

El sábado no pasó NADA de NADA. Ya me hubiera gustado a mí que hubiera pasado algo.

LEGISLADOR dijo...

Que pena y yo que creía que contarías una maravillosa historia estival...

En fin, otra vez será