Hay quien dice que un restaurante japonés, al fin y al cabo, es un chino venido a más. Al principio compartía ese axioma y reconozco que todavía lo aplico a algunos restaurantes.
Como suele ser normal, la primera incursión en la comida japonesa fue a través de un restaurante asiático en el que se intercalaban los platos de comida china, taiwanesa, coreana, etc.
Con el tiempo, una vez que me habitué a los makis (los rollos de arroz envuelto en alga), empecé a probar los niguiris (la tira de pescado encima del arroz) y el sashimi (el pescado a secas).
Al final acabé por ir a restaurantes exclusivamente dedicados a comida japonesa (iba a decir a restaurantes japoneses, pero más de una vez he visto que el chef es sudamericano o español…).
Sin darme cuenta me estoy desviando de mi propósito al escribir este post. En lo que quería hacer hincapié es en ser “adicto” a la comida japonesa. Ese tipo de comida engancha. Cualuiqera que lo haya probado puede dar fe de lo que digo.
Un amigo. No. Un sabio amigo, ha creado la siguiente teoría: en el wasabi (rábano picante, o, sustancia verde que pica de la ost…) los japos introducen una sustancia altamente adictiva que provoca un síndrome de abstinencia si transcurren más de 7 días sin que hayas comido sushi. Esta sustancia, camuflada con el sabor picante es inapreciable en el wasabi. Y como todo lleva wasabi… estás perdido. Malditos japos…